Por lo que se refiere al final de María, existe junto a todas las fuentes cristianas que hemos tenido ocasión de analizar (, , ) una fuente todavía que nos brinda su versión de los hechos. Nos referimos al libro sagrado de los musulmanes, el Corán, donde una aleya resulta a los efectos, particularmente enigmática: se trata de aquélla en la que se puede leer:
 
“¿Quién podría impedir a Dios que, si El quisiera, hiciera morir al Ungido [Jesús], hijo de María, a su madre, y a todos los de la tierra?” (C. 5, 17).
 
            Que para el libro santo de los musulmanes, el Corán, Jesús fue elevado a Dios y aún hoy está vivo, es algo que trasciende toda duda, y eso que según cabe extraer del mismo libro, Jesús habrá de morir al final de los tiempos, equiparándose así al resto de los mortales.
 
            Lo interesante de la aleya que traigo a colación es que esa suerte que el Corán reserva en principio sólo para Jesús, parece reservarla el libro sagrado del islam también a su madre, María, al señalar que nada tiene de difícil para Dios hacer morir “a todos los de la tierra”, “a Jesús hijo de María”, al que Dios elevó al cielo, pero también, lo que es más chocante si cabe, también “a su madre”.
 
            Al respecto, se ha de señalar que el Corán, que dedica a María un buen número de aleyas y por la que exhibe una indiscutible devoción, no trata en ningún momento el final de la madre de Jesús, y que la única alusión en todo el Corán al tema sería ésta absolutamente tangencial que se recoge aquí.
 
            Lo que en todo caso, a los efectos que nos ocupan, esto es, el análisis de la tradición por lo que a la asunción de María al cielo en cuerpo y alma se refiere, si reviste alguna importancia, cual es la de demostrarnos que incluso en tierras tan rudimentariamente cristianizadas como lo eran las tierras árabes que conoció Mahoma, y en tiempos tan tempranos como lo es el s. VIII en el que el Corán se escribe, la cuestión relativa al final de María ya estaba latente y generaba, cuanto menos, algo más que confusión.
 
 
            ©L.A.
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