Hemos celebrado este año el octavo centenario de una fecha trascendental en la gestación y formación de nuestra patria cual fue la de la batalla crucial de Las Navas de Tolosa, que puso fin a la expansión por España del invasor almohade y representó el principio del fin del imperio del islam(1) en España.
 
            Pues bien, no es la única fecha trascendental en tan crucial proceso que hemos de celebrar este año, y es que tal día como el de mañana 25 de julio se cumple el V centenario de la entrada de las tropas de Fernando el Católico en la ciudad de Pamplona, poniendo fin a la dinastía Albret en el reino de Navarra y completando, a expensas de algunas escaramuzas que aún se producirían durante varios años en la propia Navarra, la unidad de España tal como la conocemos hoy. Todo lo cual ocurre ante la general indiferencia española, que en algunos casos es hasta antipatía. ¡Y no sólo en el campo de los nacionalismos disgregadores!
 
            Y bien, ¿qué es lo que ocurrió hace cinco siglos para llegar a situación tal? Pues que dentro de una coyuntura muy delicada que aunaba una guerra civil en Navarra con la intención nada disimulada del gran rey peninsular Fernando el Católico de ir cerrando la unidad de todos los reinos al sur de los Pirineos, en 1512 el rey de Navarra Juan III Albret equivocaba el paso y firmaba con Francia el Tratado de Blois. Un tratado que, naturalmente, fue considerado como acto hostil y la ocasión idónea para entrar en Navarra por un Fernando el Católico que se hallaba de hecho en guerra con Luis XII de Francia, y que no sólo era potentísimo rey de Aragón y desde la muerte de su esposa Isabel la Católica el 26 de noviembre de 1504 poderosísimo regente también de Castilla(2), sino depositario además de derechos dinásticos sobre la corona navarra a través de su matrimonio con Germana de Foix, acontecido el 19 de octubre de 1505. 

            A partir de ahí, los hechos se precipitan de manera rapidísima. El 18 de julio, Navarra firma Blois. El 22 de julio, el ejército de más de 16.000 soldados comandado por el II Duque de Alba, D. Fadrique Alvarez de Toledo entra en Navarra por Álava. Y el 24 de julio, dicho ejército se halla en su capital, Pamplona, la cual no oponía mayor resistencia y se apresuraba el 25 de julio, día de Santiago, no en balde patrón de España, a firmar una capitulación que incluía el respeto de sus fueros y libertades.
 
            En otros lugares de la Baja Navarra, es decir de la Navarra cispirenaica, Lumbier, Estella, Viana, Roncal, Tudela, la resistencia será algo mayor, y la Alta Navarra o Navarra ultrapirenaica no se tomará jamás, siendo de hecho el foco desde el que se intentará la conquista de Pamplona y alrededores en por lo menos tres ocasiones, en 1512, en 1516 y en 1521. Ocasión ésta última, en la que, por cierto, veremos enfrentarse al navarro San Francisco Javier que viene en el ejército invasor, con el vasco San Ignacio de Loyola(3) que milita en el ejército defensor, el cual, de hecho, cae herido en Pamplona en un lugar perfectamente identificado mediante una placa en el suelo que puede ver cualquier visitante de la bella capital navarra. Las guerras navarras no se pueden considerar terminadas sino en 1524, es decir, en tiempos ya del gran Carlos V.

             Aunque en algún momento se plantea la incorporación del nuevo reino a la corona aragonesa, lo cierto es que al final se incorporará a la de Castilla, la cual firmará la aceptación de la anexión en las Cortes de Burgos celebradas el 7 de junio de 1515. Pero el juramento de las Cortes de Navarra como “como Católico rey don Fernando, rey de Navarra nuestro señor de aquí en adelante” se había producido mucho antes, el 23 de marzo de 1513, de modo que en esa misma fecha del año que viene deberíamos estar celebrando de manera cabal el V Centenario de la unidad española, con tanta propiedad o más que cuando en 1992 lo hicimos al celebrar la conquista de Granada... aunque en este país nuestro de nuestros dolores, veremos qué co… es lo que celebramos cuando llegue el momento de hacerlo.
 
            De momento por lo menos, y a falta de mayor celebración, el Archivo Real y General de Navarra organiza estos días una magna exposición virtual con los documentos más importantes de la conquista de 1512, los cuales puede Vd. visitar virtualmente , si bien yo espero, e invito a Vds. a hacer lo propio, estar visitándola en directo y bien en breve, porque sin duda estará muy bien hecha. Que en Navarra, cuando se ponen, las cosas se hacen muy pero que muy bien.


                (1) Observarán que a diferencia de lo que hacen hasta los más islamofóbicos de los escritores, entre los que no me encuentro, siempre escribo “islam” con minúscula, y si algún día lo hiciera con mayúscula, sería porque habría decidido escribir también “cristianismo” o “judaísmo” con mayúscula, aunque ni lo uno ni lo otro va a suceder por el momento.
                (2) Salvedad hecha del breve período entre el 12 de julio y el 25 de septiembre de 1506 en que el rey de Castilla fue Felipe I llamado el Hermoso, muerto en la Casa del Cordón en Burgos después de ingerir un vaso de agua helada por lo que pudo ser una pulmonía o algo por el estilo.
                (3) Caprichos de la historia tan bien silenciados por la historiografía de la memoria histórica ¿verdad? Un vasco defendiendo Navarra para la Corona española, como vascas eran buena parte de las tropas que tomaron Pamplona y Navarra para esa misma corona.
 
 
 
 
            ©L.A.
 
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