Más allá de que entre muchos cristianos se practiquen formas más o menos completas de circuncisión, como ocurre en Estados Unidos o Canadá, por razones meramente médicas o higiénicas que nada tienen que ver con prescripciones religiosas, existen en el universo cultural cristiano países o comunidades que siguen practicando la circuncisión como un rito al menos cultural, cuando no rayano en lo religioso. Y ello aún a pesar de la clara y explícita ruptura practicada en el cristianismo desde sus primeros inicios y en estas páginas.
 
            De entre ellas cabe destacar dos: Filipinas y los coptos egipcios, las cuales tienen algo en común: la estrecha cercanía con comunidades islámicas, si bien, como veremos, no es seguro que en ambos casos sea dicha cercanía la razón de la práctica.
 
            De la tradición desde antiguo de la circuncisión entre los coptos egipcios nos da buena cuenta este canon de la Bula de unión con los coptos, promulgada en la sesión 11 del 4 de febrero de 1442 por el Concilio de Basilea-Ferrara-Florencia, (14381445), que constituye precisamente uno de los grandes intentos, bien que fracasado, de comunión entre Roma y la gran comunidad cristiana copto-egipcia. En él leemos:
 
            “Y por lo tanto, denuncia a todos cuantos observan la circuncisión, el sabat y otras prescripciones legales como extrañas a la fe de Cristo e incapaces de compartir la salvación eterna, a menos que recapaciten en algún momento sobre tales errores. Por lo tanto, estrictamente ordena a cuantos profesan en el nombre del cristianismo, no practicar la circuncisión ni antes ni después del bautismo”.
 
            De un artículo en la red que me ha parecido suficientemente autorizado titulado extraigo estos datos sumamente interesantes e ilustrativos.
 
            Jacques de Vitry, cruzado y Obispo de Acre en la V Cruzada (12131221), al escribir su Historia Orientalis en 1220, describía las prácticas coptas, entre las cuales le llamaba la atención la circuncisión:
 
            “La mayoría practican la circuncisión de sus recién nacidos de ambos sexos, a la manera de los sarracenos”.
 
            El propio autor copto Josephus Abudacnus (Yusuf ibn Abu Dhaqn), que escribió a principios del s. XVII su Historia Jacobitarum Seu Coptorum, afirma:
 
            “La circuncisión es diligentemente observada, y ello en el octavo día después del nacimiento, y no sólo en las grandes ciudades, sino también en los pueblecitos y en el campo, con el máximo rigor”.

   
            En cuanto al origen de la práctica entre los coptos egipcios, dos son las teorías predominantes. Por la primera de ellas, sería una más de las prácticas adoptadas de los nuevos gobernantes de la región, los árabes musulmanes, desde que la conquistaran en el año 642. En esa línea apostaría una historia medio legendaria que habla de un obispo copto del s. IX llamado Juan, al que el rey habría mandado circuncidar, encontrando al hacerlo, que ya estaba circuncidado, aunque él no recordase haberlo sido, lo que podría estar relacionado o con un milagro, o con el hecho raro al que ya hemos tenido ocasión de referirnos en alguna ocasión de haber nacido sin prepucio, lo que los ingleses a partir del griego llaman aphostia.

            Lo cierto es que los mozárabes españoles sometidos a parecida dominación no practicaron nunca la circuncisión. Por lo que más probable es que, como especula Otto F. A. Meinardus en su obra “Egipto cristiano, fe y vida”, la costumbre enlace directamente con la práctica de la circuncisión en el Egipto faraónico, del que el cristianismo copto es el sucesor directo, una práctica de la que existen abundantes pruebas a partir del análisis arqueológico tanto de momias como de arte faraónico (ver arriba los bajorrelieves de la tumba del visir Ankhmahor, en Saqqara).
 
            Como quiera que sea, los datos existentes permiten afirmar que un 95% de los egipcios están circuncidados. Suponiendo, como por otro lado es bastante realista suponer, que del 90% que es musulmán estuvieran circuncidados todos, del restante 10% al que ascienden los coptos, un 5% estarían también circuncidados, lo que asciende a la mitad de la población egipcia que profesa el cristianismo.
 
            En cuanto a Filipinas, el rito, llamado pagtutuli, sí parece más indiscutiblemente relacionado con el contacto con comunidades islámicas, y representa entre jóvenes y adolescentes filipinos una suerte de acto iniciático hacia la madurez. La práctica es tan habitual y por otro lado, tan rudimentaria, dolorosa y peligrosa, que no son pocas las ONGs y organizaciones, alguna de ellas estrechamente vinculadas al cristianismo, que organizan circuncisiones masivas con las mínimas medidas higiénicas exigibles para evitar que los jóvenes filipinos la practiquen por su cuenta, poniendo en riesgo la propia salud y hasta la vida.
 
            En Filipinas, país donde un 90% de sus habitantes son cristianos y un 80% católicos, hasta un 93% de la población está circuncidada, lo que indica que es una práctica ampliamente asimilada en una cultura eminentemente cristiana, sin que ello signifique, desde luego, que venga auspiciado de alguna manera por la Iglesia.
 
 
            ©L.A.
           
 
 
 
 
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