De los 7 billones de personas que hay en el planeta 2.2 billones usan internet. Cada día son enviados 247 billones de correo electrónico y 5 billones de textos. En 2010 una persona pasó 18 horas semanales on line. Los niños suponen un 40% de los usuarios de internet. ¿Y la pornografía? Cada día son enviados 2.5 billones de mensajes de correo electrónico: 47% de estos mensajes los recibe un menor de edad. En promedio, es a los 9 años que un niño ve pornografía por primera vez... ¿La relación entre pornografía y divorcio? El 68% de los divorcios se debe a que el esposo o la esposa conoció a otra persona en internet.

 
Todos estos datos los he tomado de un video que me ha dejado bastante impresionado no sólo por lo bien logrado que está sino precisamente por las referencias numéricas que reporta. Y es que cada número en realidad es una persona, una vida y, en definitiva, una familia. El video es éste:


La revista Misión ha publicado un reportaje sobre este tema. Por su interés lo reproduzco a continuación esperando sea de mucha utilidad (también pego aquí el enlace a la edición en español del portal que refiere el video. No es católico pero la mayoría de los recursos son bastante buenos:http://www.just1clickaway.org/Espanol.html).


 
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Pornografía on line, una amenaza para el matrimonio

Ramón Lucas, L.C., especializado en ética sexual, explica a Misión que la maldad de la pornografía no radica en mostrar un desnudo o un acto sexual, sino en presentar como “verdad” algo que en realidad es “falso y mentira”. Esas imágenes se van guardando en el cerebro como “basura mental reminiscente” y se convierten en recuerdos que tienden a ser imitados. Por eso, cuando la persona se enfrenta a la relación sexual, ya no le encuentra sentido pues ha perdido “la espontaneidad, la capacidad de sensibilizarse, de emocionarse, de amar”, advierte.

 
Ron Kaufmann, un estadounidense que padeció esta adicción, revela a Misión que cuando consumía pornografía pensaba: “Mientras ame a mi esposa y mientras tengamos una buena relación, ¿a quién le importan mis demás placeres? ¿Qué problema hay en que yo intime con alguien que está del otro lado de la pantalla?”. Sin embargo, tras siete años de matrimonio en los que no logró dejar de consumir pornografía, finalmente tuvo que marcharse de su hogar. Su esposa había encontrado muchas veces sus imágenes pornográficas en el ordenador; él había prometido dejar el vicio, pero no pudo hacerlo, y la situación se volvió insostenible. Afortunadamente, hoy Kaufmann está recuperado, logró salvar su matrimonio y se dedica a asesorar a hombres con este problema en el Heart Counseling Center de Colorado Springs, EE UU.

 
En algunos casos, para evitar la brecha emocional que provoca el consumo solitario de pornografía, algunos intentan que sus esposas se aficionen con ellos. Así les ocurrió a Tom y a Susan, un matrimonio al que Kaufmann asesoró. “Cuando ella comenzó a quejarse de la adicción de su esposo, él le dijo que la amaba, pero que el sexo entre ellos ya no le entusiasmaba. Pensaron que si veían las imágenes juntos, sería maravilloso para los dos. Lo intentaron durante dos años, hasta que ella perdió el interés: se sentía temerosa de que sus hijos descubrieran la adicción de su padre… Dejó de confiar en él como esposo y como padre”.

 
La revista Misión adviete de los efectos nocivos del uso de la pornografía en el lecho conyugal. Kaufmann asegura que “no es posible compartir el vínculo que tenemos con nuestro cónyuge, con una imagen-objeto que está en nuestra cabeza, pues, poco a poco, el matrimonio pierde su intimidad”. Por eso, Ramón Lucas asegura que la pornografía nunca puede utilizarse como excusa para solucionar un problema sexual entre los cónyuges, pues cuando un matrimonio “necesita” pornografía para realizar el acto conyugal, algo no funciona en su relación: “Consumir pornografía no conduce a una mejor relación, sino todo lo contrario. Si tratamos de imitar una falsedad, nunca llegaremos a mantener una verdadera relación amorosa conyugal... En una relación íntima, lo importante no es la técnica, sino el amor”. Y sentencia: “¡Para tener relaciones sexuales no se necesita ‘saber’, se necesita amar! Los hombres que miden cada movimiento y evalúan todas las reacciones de su compañera son los peores amantes”.

 
Misión da las claves para prevenir la pornografía online

 
Misión propone, de la mano de Christian Meert, presidente del curso online de preparación al matrimonio Agapè (http://www.catholicmarriageprep.com/), las claves para evitar que esta adicción se cuele en los hogares españoles. No solo se debe evitar la pornografía, sino que hay que asegurarse de que estas imágenes no entren en casa:

 
• La oración de los cónyuges, la mejor arma. Dedicar atención diaria a Cristo, los dos juntos, como se hace con los buenos amigos.

 
• Crear espacios de comunicación para comentar lo más íntimo. Hablar de los problemas y las tentaciones de cada uno, en una atmósfera de confianza, libre del sarcasmo y crítica.

 
• Utilizar los métodos naturales. La continencia durante los periodos fértiles puede hacer que afloren cuestiones que están ocultas y ayudar al autodominio.

 
• Controlar el uso de Internet. Introducir filtros y situar los ordenadores en lugares de paso, nunca en los dormitorios. De igual manera, conviene evitar que entren en casa todo tipo de revistas y películas con contenido erótico.

 
• Hacer ejercicio con frecuencia. El deporte ayuda a descargar tensiones.

 
• Mantenerse en contacto durante los viajes de trabajo. Si uno de los dos cónyuges tiene que viajar, conviene que este llame al otro todos los días. Además, se debe tratar de evitar quedarse solo en el hotel durante periodos prolongados, se debe buscar áreas públicas para trabajar y aprovechar bien el tiempo.

 
• Buscar ayuda. Si uno de los cónyuges es adicto y no lo reconoce, el otro debe buscar la ayuda.

 
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