Por mi condición de Juez Eclesiástico me paso la semana tratando casos matrimoniales límites, la mayor parte irreversibles. Esta sociedad moderna nos está desquiciando con sus prisas, el estrés correspondiente, la irreflexión, el déficit de virtudes humanas y espirituales, la radicalidad en nuestra toma de decisiones...  Estamos en la cultura del desecho,  del contenedor, nos deshacemos inmediatamente de todo aquello que ya no nos interesa sin pararnos a pensar sobre una posible solución, un volver a empezar. Como abundan las ofertas damos por inservible lo ya usado para darnos el gusto de estrenar.

                Y esto pasa con el matrimonio y la familia. Me ha gustado el artículo ofrecido por la página  www.Familia.info  que ofrezco a los lectores del Blog, con la intención que reflexionemos sobre él.

 

                La crisis de la mediana edad o de los 40 años que viven algunos hombres y mujeres también puede afectar al matrimonio. Un análisis reciente del Foro de la Familia enumera los principales motivos del “paso del ecuador” en la pareja.

                Los cuarenta años marcan un momento importante en la vida del ser humano; suele ser un alto en el camino para reflexionar sobre el pasado y plantearse algunos cambios para el futuro. Sin embargo, cuando la relación conyugal no se encuentra en un estado saludable o alguno de los cónyuges no afronta la situación de la manera adecuada, la crisis que algún momento fue individual, puede convertirse en una crisis matrimonial. ¿Cuáles son las principales causas? Según el Foro Español de la Familia son las siguientes:

1.       El dar por terminados los objetivos que ambos tenían en común, cuando todavía les queda tanto por hacer conjuntamente.

2.       Perder el norte, que les servía para educarse y fomentar las convicciones, las virtudes y valores humanos, que les daban seguridad a la hora de actuar. Desgraciadamente, los han sustituido por actitudes materialistas, que les llevan a ver la vida bajo otros enfoques.

3.       Considerar que sus tareas familiares, conllevan un exceso de responsabilidades, imposibles de sobrellevar y que el matrimonio, empieza a volverse una carga difícil de llevar.

4.       Los cambios físicos, biológicos, psicológicos, religiosos, económicos y sociales que se producen al llegar a esa edad, hacen creer a algunos que han disminuido o desaparecido las cosas importantes que tenía en común la pareja. Aparecen malestares pasajeros o francas depresiones con situaciones de crisis transitoria, cuya duración permite la elaboración de otros cambios más fuertes que hacen para pasar a la siguiente etapa. En general estos cambios pueden tener un valor positivo, si la pareja consigue, que les sirvan para un mutuo conocimiento, maduración y crecimiento, como personas y como matrimonio.

5.       No estar preparados para sobrellevar el llamado síndrome del “nido vacío”, que es cuando los hijos dejan la casa paterna, para irse a vivir a otro lado por motivos de estudio, trabajo, amigos o matrimonio. En cuanto los hijos, ya han crecido lo suficiente como para ser más independientes y tienden a alejarse del hogar familiar, lo que origina que los padres se sientan solos. Pues si en los primeros años del matrimonio, existía la ilusión de la juventud y la esperanza de criar a los hijos, con el paso de los años y tras haber luchado, por ellos y por la vida, el hueco dejado por los hijos puede separar a la pareja. El rol en el matrimonio, muchas veces ha perdido su carácter excitante, por la frenética actividad y las múltiples preocupaciones que conlleva una vida familiar en armonía y felicidad.

6.       Que uno de los miembros de la pareja luche para seguir adelante con los planes que hicieron, para cumplir los objetivos de vida en común y que la otra persona se acomode a quedarse atrás. Es el caso frecuente, cuando uno de ellos continúa estudiando mientras trabaja en casa o en el exterior, y la otra persona no sigue formándose.

7.       Cuando aparecen los aspectos psicológicos de desilusión, cansancio y desengaño, y se reflejan en la crisis. Desilusión con uno mismo porque los proyectos juveniles no se han realizado. Cansancio al ver que las responsabilidades aceptadas de familia, hijos, trabajo, obligaciones sociales, etc. piden un esfuerzo continuado y se hacen cada vez más pesadas, pues exigen mucha atención y muy constante, lo que origina múltiples sacrificios. Desengaño cuando se percibe que la pareja no quiere seguir luchando por conseguir los objetivos que se propusieron.

8.       La búsqueda de nuevas experiencias en los esposos, como cuando eran jóvenes, algunas veces buscan nuevas vivencias, muy atrevidas o de alto riego matrimonial, a fin de evitar la sensación de tiempo perdido o de aburrimiento. Coquetean con personas, incluso más jóvenes, sin tener en cuenta, el grave riesgo de que pueda haber infidelidades matrimoniales.

9.       Deseos de llamar la atención, la práctica de deportes de alto riesgo, exagerado cambio de imagen, grandes inversiones económicas, que normalmente no haría, simplemente por llamar la atención, como el comprar coches deportivos, descapotables y de colores chillones.

10.   Un cambio profundo en la vida económica, física o social de la pareja, una situación social inestable o peligrosa. La modificación del carácter, motivado por la excesiva preocupación por la salud, la aparición de enfermedades imaginarias, una cierta pérdida de interés por el trabajo profesional, etc. Cualquier otra situación externa, que llegue sin tiempo para prevenirla, por ejemplo: Premio de lotería, accidente con graves consecuencias futuras, problemas de salud, de inmigración, de cárcel, de servicio militar, de inundaciones, etc.

Cómo superar la crisis

                Estas son medidas para prevenir o combatir las etapas conflictivas propias o de la pareja, propuestas por la socióloga y catedrática norteamericana Barbara Weiss Hewitt.

                -Darle importancia a lo que ha costado tanto esfuerzo conseguir a lo largo de los años: pareja, hijos, amigos, trabajo.

                -Tener una actitud positiva con la propia vida y el futuro y valorar lo vivido en lugar de querer recuperarlo.

                -Trabajar la autoestima en la juventud; ayudará a pasar por esta edad sin notar estas conductas nocivas que predisponen a la crisis. Moldear la estructura emocional para que llegado el momento responda con la fuerza necesaria.

                -Disfrutar de los logros que se han podido conseguir y no poner atención sobre exagerada en lo que ha quedado pendiente.

                -Si se ha caído en la crisis, hablarlo con la familia. Las personas cercanas deben saber exactamente qué es lo que está pasando para poder accionar correctamente. Cuanto antes se asuma el conflicto, más rápido se saldrá de él.

                -Como se ha mencionado en varios artículos, una crisis matrimonial no tiene porqué significar el fin de todo. Es conveniente que los cónyuges saquen partido de esta situación para darle un respiro a la relación y así superar las dificultades sin desunirse, lo que en últimas fortalecerá el matrimonio y lo hará más maduro.

http://lafamilia.info/index.php?option=com_content&view=article&id=1896:diez-causas-de-la-crisis-de-los-40-en-el-matrimonio&catid=10:archivo-matrimonio&Itemid=49

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                De esto se debe hablar en la preparación para el matrimonio. Muchas parejas que contraen matrimonio no están advertidas de lo normal que es afrontar una crisis a cierta edades, y que no son motivos de derrota, sino de una lucha por superarse y dar el salto a otro nivel humano y espiritual más elevado.  Cuando llegan las crisis y se superan el amor se purifica y se vive con más autenticidad. Recordemos la película “Prueba de fuego”, y su libro correspondiente, que yo recomiendo a todas las parejas antes y después de casados.

Diez consejos para evitar problemas matrimoniales:
www.youtube.com/watch