¿Por qué una nueva evangelización? (II)


La misión es el signo de vitalidad

“Sin experiencia de Dios, empero, no es posible hablar de Dios. Quienes viven una experiencia existencial de Dios están en condiciones de hacer esa experiencia accesible a otras personas; para ellos, hablar de Dios es una necesidad irrefrenable. Para poder ser misionera, la Iglesia debe ser reconocible como lugar de la experiencia de Dios”.

Si Dios no está en el centro, entonces la dimensión eclesial se oscurece y se torna como un espacio más, cerrado sobre sí mismo, sin ventanas al más allá, sin panoramas hacia la Eternidad. No puede sorprendernos que en un contexto así el concepto de misión sea puesto en entredicho y cuestionado. “El interés se ha desplazado con fuerza hacia la humanitaria ayuda al desarrollo, a fin de mitigar la situación de necesidad económica social de las personas.” La verdad misionera solo puede nacer de la conversión, de la renovación radical que brota de la experiencia de Dios y del deseo de Dios. “El gran desafío del presente es superar la crisis de la idea de misión en el interior de la Iglesia”. La crisis de la misión es la expresión de la crisis de la fe.

“Quien me ha visto a mí ha visto al Padre”

El oscurecimiento de Dios tiene como reflejo el oscurecimiento de Jesucristo. A través de Jesús, el único mediador, el único puente de salvación entre Dios y los hombres, tenemos experiencia del Padre. Sólo a través de una relación plena con Jesucristo podemos encontrarnos de verdad con Dios. “Se trata nada más y nada menos que de percibir en el hombre Jesús de Nazaret el rostro del Hijo de Dios mismo en vez de ver en él tan solo a un ser humano, por muy sobresaliente y sobremanera bondadoso que fuera”. Si Jesucristo no es presentado ni comprendido ni confesado en lo que él es, entonces Dios permanece en la nebulosa, como un desconocido, y Jesús se desvanece en la penumbra de la historia, de una doctrina, de un puñado de valores, de una propuesta moral, de un pasado cada vez más lejano. “Solo si es verdadero Dios puede Jesús hacerse presente de modo eficazmente salvífico en medio de nosotros”.

Implantada en el corazón

Finalmente, superar la crisis exige “reconocer y afirmar en la fe el verdadero significado de la Iglesia de Jesucristo”: “la Iglesia tiene que ser implantada y tiene que arraigar en el corazón de los hombres”. Si creemos que la presencia del Señor vive en su pueblo y nos une en comunidad por medio del Espíritu Santo, si creemos que nos alimenta con la eucaristía introduciéndonos en un solo cuerpo, si Dios es el centro de cuanto celebramos, vivimos, proyectamos, si todas nuestras estructuras buscan transparentar esta Vida entre nosotros, si nuestro anhelo es el de buscar a Dios y darlo a conocer, entonces nos experimentaremos evangelizadores y la Iglesia volverá a ser el lugar donde se detengan aquellos que se sienten atraídos por Dios.
Llevar a Dios y a la Iglesia en el corazón

También Benedicto XVI manifestó sus deseos de una conversión eclesial con estas palabras: “¿Somos verdaderamente el santuario de Dios en el mundo y para el mundo? ¿Abrimos a los hombres el acceso a Dios o, por el contrario, se lo escondemos? Nosotros -el Pueblo de Dios- ¿acaso no nos hemos convertido en un pueblo de incredulidad y de lejanía de Dios? (…) Tenemos motivos para gritar en esta hora a Dios: “No permitas que nos convirtamos en no-pueblo. Haz que te reconozcamos de nuevo. Sí, nos has ungido con tu amor, has infundido tu Espíritu Santo sobre nosotros. Haz que la fuerza de tu Espíritu se haga nuevamente eficaz en nosotros, para que demos testimonio de tu mensaje con alegría.

Empezando por mí

La Introducción de este libro citado más abajo, y cuyo editor es también George Augustin, se hace eco de estas grandes inquietudes, ubicando el desafío que representa la nueva evangelización:

“El desafío primordial al que se enfrenta la nueva evangelización es la crisis de fe de los propios cristianos y de la Iglesia. El oscurecimiento de la trascendencia en la Iglesia misma es un problema fundamental. Porque hemos perdido de vista lo verdaderamente importante, ya solo nos ocupamos  de problemas secundarios. La discusión desmesuradamente crítica sobre política intraeclesial, los debates relativos a las estructuras eclesiásticas y las luchas internas y la constitución de banderías eclipsan la verdadera forma de la Iglesia. Todo ello ocasiona que las personas no puedan percibir más que la dimensión horizontal de la Iglesia. Sin embargo, únicamente la dimensión vertical, solo la dimensión divina puede hacer a la Iglesia atractiva a largo plazo y vincular en sentido positivo a las personas con la comunidad de salvación. (…) La nueva evangelización debe comenzar en el interior de la Iglesia y por cada uno de los cristianos: ´Señor, renueva a tu Iglesia, empezando por mí´ (Francisco de Asís)”.


 
Fuentes:

·         Benedicto XVI: -Encuentro con el Consejo del Comité Central de los Católicos Alemanes. Sábado 24 de septiembre de 2011. –Homilía en la misa crismal del 21 de abril de 2011.

·         George Augustin, “Caminos hacia el éxito de la nueva evangelización”, en “El desafío de la Nueva Evangelización”, Sal Terrae 2011.