Es admirable la postura del Papa Benedicto XVI, que ha querido una total transparencia en todo lo que se refiere al terrible y doloroso tema de los abusos cometidos por sacerdotes. Ha condenado los abusos sin paliativos para no dejar lugar a ninguna duda. Sin embargo, es evidente que los enemigos de la Iglesia han aprovechado muy bien la ocasión para atacar brutalmente a la Iglesia y al Papa. Los medios de comunicación han jugado en este sentido un papel decisivo. Han sido tantos los artículos escritos, los programas de radio y televisión sobre el tema de los abusos “dentro de la Iglesia”, que se ha podido, y a veces se ha querido, dar una imagen deformada del problema. Hace poco escuché el siguiente comentario a un profesional de la comunicación: “hoy en día si crucificas a un sacerdote todo el mundo te aplaude, pero si hablas bien de un sacerdote te crucifican a ti”.

            Quisiera hacer una apretada síntesis de las conclusiones erradas que se han podido crear en la opinión pública y hacer una breve aclaración, sobre todo puntualizando “lo que no se suele decir por los medios”:

 

            Como conclusión habría que recordar que las políticas de muchos gobiernos y organismos internacionales (incluida la ONU) sobre la llamada “salud sexual”, promueven cada vez más una educación que invita a los jóvenes, a los adolescentes e incluso a los niños a la promiscuidad. Se promueve así la doctrina de autores como Simone de Beauvoir o Alfred Kinsey que son favorables a la pederastia. Esta es la paradoja: los que gritan al mundo lo terrible que es un sacerdote pederasta (y tienen razón) son los que después más promueven las verdaderas causas de esta plaga social.

 

            Cambiando de tercio, quiero simplemente transcribir algunos datos que he tomado de la página Web de “Vida humana internacional”. Estas cifras prueban de modo contundente que no es la actitud de la Iglesia la que extiende el Sida, al contrario, dónde se siguen los consejos de la moral cristiana el Sida disminuye. Además de los datos que incluyo es también verificable el hecho de que en los países africanos cuanto mayor es el porcentaje de católicos, menor es el porcentaje de enfermos de Sida.

         En cuanto a la actitud de la Iglesia con respecto a los homosexuales y a los enfermos de Sida, quiero aclarar que lo que he escrito en mi anterior artículo proviene en gran parte de mis diálogos personales con homosexuales. He tenido además ocasión de asistir personalmente a enfermos de Sida que han recibido mi apoyo, mi compañía, mi amistad y también los Sacramentos, que es con mucho lo mejor. Algunos de ellos eran homosexuales.

      En 1991 Uganda tenía el 15% de adultos infectados con el VIH/SIDA. Diez años más tarde (en el 2001) la tasa de adultos infectados quedó reducida al 5%. Fue el único país de África que redujo su tasa de infección y dicha reducción fue la más grande de cualquier país del mundo.

     La clave del éxito para reducir la infección fue abordar de una manera diferente la epidemia que los demás países se habían negado a aceptar, el Programa ABC. A significa abstinencia, B significa fidelidad por sus siglas en inglés (Be faithful) y C significa el uso del preservativo que en inglés es “Condom” para aquellos que no practican ni la abstinencia ni la fidelidad.

   El enfoque sanitario no fue precisamente “preservatisar” a la población, sino reducir el comportamiento sexual de riesgo, o sea el infiel o promiscuo.

Tailandia, Filipinas y Estados Unidos

      En 1991 ambas naciones tomaron políticas sanitarias en sentidos completamente diferentes para combatir la difusión del virus del SIDA.

  Tailandia estableció un “Programa de uso del preservativo del 100%”. Se exigió a todos los prostíbulos que tuvieran suministro de preservativos y se instalaron máquinas para venderlos en todos los supermercados, bares, restaurantes y lugares de mucha concurrencia.

   El programa fue aceptado e implementado a gran escala por el pueblo tailandés. Dos años más tarde el Dr. Rene Bullcer armó una organización llamada “Las Filipinas Libre de SIDA” (AIDS-Free Philippines) autorizado por la Conferencia de Obispos Católicos de Las Filipinas, basada en la abstinencia y la fidelidad.

    El gobierno filipino adhirió también a este esfuerzo y difundió desde los niveles centrales esta política de salud pública.A fines del año 2003 la disparidad en cuanto a la eficiencia de cada nación quedó demostrada con las cifras:

    Tailandia tenía 63.000.000 de habitantes, 570.000 infectados (adultos y niños) con una tasa de 9.072 personas por millón y 58.000 muertes por SIDA. Actualmente se encuentra cercano a 800.000. Filipinas tenía 80.000.000 de habitantes, 9.000 infectados (adultos y niños) con una tasa de 113 personas por millón y 500 muertes por SIDA. Esto demuestra que la tasa de infección de SIDA de Tailandia es 80 veces más elevada que la tasa de infección de Filipinas.

     La actual tasa de infección de SIDA en EE.UU. a pesar de toda su “educación sexual”, todo su libertinaje sexual, todo su arsenal de drogas antivirales avanzadas y todos sus miles de millones de preservativos es de 3.900 por millón, 35 veces más elevada que Filipinas.