Creo en Cristo. Es mi Salvador”, así habla a Asia News un antigua imán bengalí converso y, en consecuencia, expulsado de su comunidad y perseguido.

Su camino hacia la fe católica se inició durante una estancia fuera de Bangla Desh, en la que fue bautizado en una iglesia presbiteriana. Luego, el amor hacia una católica le llevaría al matrimonio y a abrazar la fe católica. De regreso a su país natal, las amenazas pasaron a mayores y una paliza de sus antiguos fieles le dejó al borde de la muerte. Tras dos meses de hospitalización y en medio de la hostilidad generalizada, el antiguo imán y su esposa se han visto obligados a cambiar de domicilio.

Y esto ha ocurrido en Bangla Desh, uno de los países musulmanes más moderados que, en teoría reconocen la plena libertad de culto. Y es que, por mucho que nos lo repitan, es fácil perder de vista que, hoy en día, la persecución religiosa se ceba en los cristianos a lo largo y ancho del mundo. En territorios de mayoría musulmana, pero también en países de mayoría, aunque sea nominal, cristiana. Así, el último informe del Observatory on Intolerance and Discrimination against Christians in Europe, publicado el pasado 19 de marzo, señalaba entre otros datos que: Historias como la de Bangla Desh están pasando a la vuelta de la esquina