Journal of Medical Ethics es, junto al British Medical Journal, una de las revistas médico-científicas más prestigiosas a nivel mundial. En uno de sus recientes números ha publicado un artículo cuyo contenido es poco menos que alarmante: una apología a favor del asesinato de bebés recién nacidos.
 
«En los países donde está permitido el aborto, ¿por qué no consentir también el infanticidio?», polemiza en una parte el artículo. Y dice a continuación: «Los recién nacidos, como los fetos, no tienen de hecho un estatus moral de una persona humana real». De la afirmación anterior derivan su deducción: entonces «es lícito el aborto de los neo natos».
 
«Afirmamos que la matanza de un recién nacido podría ser éticamente admisible en todas las circunstancias en que lo es un aborto. Tales circunstancias incluyen casos en que el recién nacido tiene el potencial para tener una vida (al menos) aceptable, pero el bienestar de la familia está en riesgo», dice en otra parte. Y agrega: «Si criterios como los costos (sociales, psicológicos, económicos) para los potenciales padres son buenas razones para tener un aborto, también cuando el feto está sano, si el estatuto moral del recién nacido es el mismo del feto y si no tiene algún valor moral el hecho de ser una persona potencial, las mismas razones que justifican el aborto deberían justificar también la matanza de las personas cuando están en el estadio de un recién nacido».
 
El artículo titulado «Aborto después del nacimiento, ¿por qué el niño debería vivir?» («Alter birth abortion: Why should the baby live?») fue redactado por dos bioeticistas italianos de la Universidad de Melbourne, aunque no han querido firmarlo con sus nombres.
 
Las ideas de fondo reflejadas en el texto han sido criticadas por especialistas como la directora del Centre for Ethics del Plunkett St. Vicentd & Mater salute, Bernardette Tobin, quien señala que los dos investigadores usan eufemismos a la hora de llamar a las cosas por su nombre: «Deberían, sin términos medios, usar la palabra infanticidio si quieren convencer a la gente de que no hay diferencia entre el asesinato de recién nacidos y la interrupción del embarazo», afirma Tobin.
 
Un artículo publicado en una revista con el prestigio y «autoridad» como el Journal of Medical Ethics es una clara señal al mundo médico: ya no basta sólo con robar la vida de los niños en el vientre de sus madres, ahora también hay que justificar «científicamente» el exterminio de los que ya nacieron. Desde luego que no todo queda ahí.
 
El razonamiento subyacente de los investigadores de la Universidad de Melbourne implica algo más profundo: la vuelta a la teoría eugenésica donde se puede eliminar a enfermos de sus facultades mentales pues habrían dejado de ser personas al carecer de la conciencia de sí mismos (piénsese en un enfermo de Alzheimer, por ejemplo, o una persona en coma). La paradoja es que, como en el periodo del exterminio nazi, son unos los que deciden por otros quiénes tienen derecho a vivir y quiénes no. Y si a eso se añade que la pobreza puede ser causa de infanticidio, se está a un paso de justificar una masacre en tantos países donde, desgraciadamente, hay millones de pobres.
 
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