Cierto es que nadie en España cree que Gallardón vaya a prohibir totalmente la práctica del aborto en España. Pero no menos cierto es, también, que somos muchos los españoles sorprendidos por la celeridad con la que ha abordado el asunto y se ha puesto a trabajar para la abolición de la nefasta Ley Aído, que si desde el punto de vista práctico ha tenido escasa repercusión en la cifra de abortos realizados en nuestro país, por lo menos hasta la fecha, desde el punto de vista moral representa una vuelta de tuerca de consecuencias muchísimo más graves de lo que nadie pueda imaginar, convirtiendo el de acabar con la vida de un ser humano no en algo en lo que por unas circunstancias u otras, más o menos aceptables o más bien inaceptables, la ley prefiere desentenderse, sino en un verdadero derecho del que es titular otra persona diferente a aquélla que es titular de la vida de la que se dispone. Tanto es verdad la sorpresa que ha producido la actitud del ministro de Justicia, que en el momento en el que esto escribo un 41,89% de los lectores de Religión en Libertad consultados al respecto, afirmaban que, según habían creído, el actual ministro de Justicia “iba a ser más tibio [respecto del aborto] para mantener su imagen progresista”.


            Quizás por ello, no me parece mal momento para recordar que Alberto Ruiz Gallardón, es hijo de José María Ruiz Gallardón, de quien sin duda, muchos de los lectores todavía han de acordarse.
 
            José María Ruiz Gallardón, miembro que fue del Consejo privado del Conde de Barcelona, Don Juan de Borbón, fue presidente de Alianza Popular de Madrid, vicepresidente cuarto de AP y secretario general adjunto al Partido Unido de AP y de la Federación de AP. Diputado por Coalición Democrática y por Coalición Popular, fue también miembro de las comisiones de Justicia e Interior en el Congreso, falleciendo repentinamente a la muy temprana edad de 59 años, el 17 de noviembre de 1986.
 
            Pero a los efectos que aquí nos interesan, José María Ruiz Gallardón fue también el ponente y primer firmante del recurso que en su día interpusieran 53 diputados de Alianza Popular contra la ley que despenalizaba el aborto en tres supuestos concretos (que en realidad eran cuatro) y provocó la sentencia 53/1985 de 11 de abril del Tribunal Constitucional, que hace expreso reconocimiento de principios como los siguientes:
 
            “El derecho a la vida, derecho fundamental y troncal de todos los demás es proyección de un valor superior del ordenamiento constitucional”.
 
            “La vida es una realidad desde el inicio de la gestación”.
 
            “La gestación ha generado un tertium existencialmente distinto de la madre, aunque alojado en el seno de ésta”.
 
            Muy probablemente, Alberto Ruiz Gallardón tenga algunas de estas cosas en su cabeza cuando acomete la labor que está acometiendo actualmente. Ojalá no decepcione. Pedigree, a lo que se ve, no debería faltarle.
 
 
            ©L.A.
           
 
 
 
 
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