Un punto en el que veo que coinciden (coincidimos) la mayoría de los bloggers católicos (y también los que no lo son) es que Obama ha hecho un "gran bien" a la Iglesia católica de los Estados Unidos con su arbitraria imposición de obligar a que las asociaciones religiosas dispensen anticonceptivos y abortivos a sus empleados.

Evidentemente la arbitraria imposición no es el bien. El bien ha sido la reacción de unidad para manifestarse unánimemente en contra de leyes arbitrarias que hacen violar la propia conciencia a partir de la medida de Obama. Y no sólo por parte de católicos sino incluso de protestantes, ortodoxos e incluso judíos quienes han manifestado su apoyo a los obispos católicos de los Estados Unidos.
 
Con los obispos católicos de la Unión Americana a la cabeza, los laicos han alzado también la voz: tanto el laico de a pie como el que está metido precisamente en la política. Personalmente debo decir que me llaman la atención dos cosas más sobre el malévolo "plan Obama":
 
1) que ha querido violar las conciencias de sus ciudadanos. ¿Qué se puede esperar en cualquier otra materia cuando el gobierno de Obama intenta destrozar el santuario más íntimos de las personas?

2) El segundo punto es que la ley arbitraria considere el embarazo como una enfermedad y se parta de ese presupuesto para dispensar abortos a costa del dinero de todos los ciudadanos (desde luego que Planned Parenthood debe estar feliz por esto. No por nada es la principal organización internacional que lucra con el asesinato de bebés en el vientre de sus mamás).
 
Dicho esto ofrezco un artículo leído hoy en los de España sobre todo este tema. Me pareció valioso no sólo porque ofrece ese don tan precisado como escaso en el periodismo de hoy, el contexto, sino también porque parte de una pregunta interesante: ¿por qué Obama amagó con enfrentarse a la Iglesia Católica precisamente en periodo de elecciones?

 
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Secular problema de Obama
 
La pregunta no es por qué Barack Obama ha tenido que dar marcha atrás, cediendo en que las instituciones religiosas puedan estar exentas de pagar a sus empleados servicios anticonceptivos. El motivo es obvio: el pánico electoral ante el rechazo provocado entre muchos creyentes. La pregunta, más bien, es por qué inicialmente Obama siguió adelante con una ley que sabía que contaba con gran oposición de entidades religiosas, especialmente la Iglesia Católica, e incluso podía ser cuestionada por el Tribunal Supremo debido a la importancia que la Constitución de Estados Unidos y su interpretación concede a la libertad religiosa.
 
LAICISMO. Hay dos respuestas. Una es la de quienes creen que Obama es el presidente más laicista que nunca ha tenido EE.UU.; una especie de Rodríguez Zapatero, pero creyente. Otra la que indica que, en todo caso, Obama erró en el cálculo. Y eso porque resultó cegado por algo de lo anterior. Convencido de que la masa católica no observa mucho la doctrina de la Iglesia en materia sexual, estimó que pocos se alinearían con los obispos. Se equivocó en que lo crucial del debate no estaba en los anticonceptivos, sino en el derecho de la Iglesia en ser coherente con su propia doctrina. Y Obama ya ha demostrado varias veces que no es especialmente sensible al modo estadounidense de entener la libertad religiosa.
 
MIEDO ELECTORAL. Obama cede ante el temor de perder voto católico, habitualmente inclinado a los demócratas (en 2008 obtuvo el 54% de ese voto, 16 puntos sobre McCain; pero en estos tres años está perdiendo voto religioso). Además de por la fuerte reacción de la Iglesia Católica, por lo central que el Partido Republicano comenzaba a situar este asunto en su campaña electoral. Con la economía mejorando y un posible flojo rival, Obama iba a crearse él solo un gran obstáculo para la reelección.
TRIBUNAL SUPREMO. Que la ley podía haber tenido problemas en el Supremo lo indica la sentencia que ese tribunal publicó en enero, situando la libertad religiosa por encima de las leyes contra la discriminación laboral. Por unanimidad, el Supremo estableció que las iglesias podían despedir a sus empleados por conductas contrarias al ideario religioso de esas instituciones.
CONTEXTO PARA FORÁNEOS. En países como España, donde hace tiempo existe una sanidad pública universal que cubre casi todos los aspectos sanitarios, no es posible establecer relaciones finalistas estrictas entre la cotización de los empresarios a la Seguridad Social y los servicios concretos que el empleado obtiene: es dinero que va a caja única, a la que también contribuye el propio asegurado. En Estados Unidos, donde las prestaciones sociales son reducidas, el gasto finalista es más obvio; además en este caso la prestación de servicios anticonceptivos era una novedad: nunca hasta ahora los había cubierto el seguro]. 
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