Fue a mediados de noviembre de 2009, durante el encuentro de la Comisión Episcopal Europea para los Medios (CEEM), cuando Christian Hernández Gallardo, head of business development Intenational Facebook, dio el dato: sólo el 5% de los usuarios de esa red social se declaran católicos.
 
De 2009 a 2012 el incremento de usuarios totales registrados en Facebook ha sido considerable: rozan ahora los 850 millones. En ese arco de tiempo Twitter, LinkedIn y Google+ han experimentado también un notable crecimiento.
 
Cada minuto en esas y otras social network relevantes la cantidad de contenidos generados, compartidos y difundidos llega a ser "caótica". Tan sólo en Facebook la actividad en 60 segundos es esta:


 Ampliando más el panorama esto sucede en algunas de las redes sociales más relevantes cada minuto:
 

 

Ante un horizonte así y una "cantidad" tan reducidad de apóstoles (al menos nominalmente declarados) para evangelizar las redes sociales uno se podría preguntar sinceramente: ¿es posible hacer algo?
 
Ya desde antes de 2009 hemos visto nacer no pocas iniciativas confesionales católicas en la web. Sumarse a ellas, apoyarlas, aprovechar los contenidos que generan y darles difusión es ya un primer paso de acción. Pero a un nivel "más personal" qué se puede hacer.

 

 
En el capítulo 6, versículo 45, del Evangelio de san Lucas se nos recuerdan esas palabras de Jesucristo Nuestro Señor: «de lo que rebosa el corazón habla su boca». Ahora nuestra «boca» es también nuestro muro de Facebook (análogamente el de cualquier otra red social que eventualmente se utilice). Esos espacios se convierten en espacios de evangelidigitalización. ¿Es que entonces debemos dedicar exclusivamente nuestros perfiles personales a hablar de Dios y de la Iglesia?
 
La respuesta nos la dio ya el Papa Benedicto XVI en el Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de 2011: «existe un estilo cristiano de presencia también en el mundo digital, caracterizado por una comunicación franca y abierta, responsable y respetuosa del otro. Comunicar el Evangelio a través de los nuevos medios significa no sólo poner contenidos abiertamente religiosos en las plataformas de los diversos medios, sino también dar testimonio coherente en el propio perfil digital y en el modo de comunicar preferencias, opciones y juicios que sean profundamente concordes con el Evangelio, incluso cuando no se hable explícitamente de él. Asimismo, tampoco se puede anunciar un mensaje en el mundo digital sin el testimonio coherente de quien lo anuncia».
 
Como se puede apreciar se trata de algo muy sencillo: ser discípulos. Y quien dice discípulos dice apóstoles. Y de eso trata este video con el que cerramos este post:


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