Tenemos pues, que partir de la base sobre la cual ya hemos hablado aquí, en otras glosas y en otros libros y no nos cansaremos de repetir, que cada alma es un mundo aparte, completamente diferente una de otra, que pudiera parecer gemela. Dios ha querido hacernos a todos desiguales, y no solo físicamente y genéticamente, sino lo que es más importante; espiritualmente. Esto determina que cada uno de nosotros tengamos un camino distinto para acceder a Dios, por lo que todas las experiencias ajenas, de santos y autores, nos valen siempre con carácter genérico, pero nadie puede nunca, miméticamente seguir los mismos pasos, de un santo o una santa.