El hecho de haber nacido, en un país latinoamericano, rico en cultura y, desde luego, en tradiciones religiosas, me ha llevado a ver de cerca, el significado que tiene, para la mayoría de las personas, todo lo relacionado con la piedad popular. Desde la devoción a San Judas Tadeo, hasta las peregrinaciones multitudinarias a la Basílica de Guadalupe. Ahora bien, antes de continuar, quiero aclarar, que siento un profundo respeto por la piedad popular, pues a través de ella, un sinnúmero de personas, han abrazado la fe cristiana, sin embargo, vale la pena hacer algunas acotaciones, para profundizar en la esencia de la piedad latinoamericana; misma que, muchas veces, se ve empañada, por una concepción equivocada, sobre lo que dice y marca el magisterio de la Iglesia, no sólo en materia litúrgica, sino con respecto a la doctrina en general.
A continuación, valiéndome de tres ejemplos, iré profundizando en el tema que nos ocupa:
1.      San Judas Tadeo: Platicando con una amiga, me comentó, que ella no reconocía nada que tuviera que ver con la autoridad de la Iglesia, sin embargo, tiempo después, me di cuenta que tenía una estampita de San Judas Tadeo, lo que me resultó muy extraño y contradictorio. Más tarde, dijo ser muy devota de dicho santo. Yo me pregunto, ¿cómo se puede tener devoción y, al mismo tiempo, repulsión por la Iglesia? Al tratarse de un santo católico, no me parece lógico, sino producto de la ignorancia. Sería equivalente a decir: “Reconozco que existió Leonardo Da Vinci, pero niego que guarde alguna relación con la obra de la Mona Lisa”.
2.     Hacerse daño en las peregrinaciones: Sin duda, el hecho de la Virgen de Guadalupe, está aprobado por la Iglesia, lo cual, a su vez, le da credibilidad y sentido, sin embargo, cuando los peregrinos, se acercan a la Virgen de Guadalupe, con las rodillas desechas, por haber andado sobre unas “corcho latas”, lejos de vivir el espíritu de sacrificio, que se traduce en desprendimiento, están haciéndose daño, sin que esto sea la voluntad de Dios. No olvidemos que el cuerpo, es templo del Espíritu Santo y, como tal, hay que cuidarlo.
3.     Ir a Misa uno o días al año: Salvo causas de fuerza mayor, como tener que atender a un enfermo o andar de viaje, la Misa dominical, no es opcional, sino obligatoria. Algunas personas, sólo asisten cuando es domingo de Ramos o Navidad, sin embargo, la pregunta es, ¿de dónde se inventaron tal cosa? Pues resulta muy mediocre pensar, que sólo se deba ser católico por uno o dos días.
Propuesta:
No se trata de criticar o eliminar la piedad popular, pues ha sido ampliamente defendida por el magisterio de la Iglesia, sin embargo, hay que purificarla, a través de una catequesis bien organizada, promoviendo, en todos los niveles de la sociedad, conferencias, retiros y otros espacios de formación, que favorezcan el conocimiento integral de la fe católica.