De todo el debate de investidura del Sr. Rajoy como nuevo presidente del Gobierno español, me quedo con dos frases. La primera, pronunciada por el candidato: “Se acabaron los españoles buenos y los españoles malos”.
 
            Y es que es verdad: en estos siete lamentables años no ha hecho nuestro ínfimo Gobierno otra cosa que clasificar a los españoles en buenos y malos: son buenos por descontado, los de izquierdas, son malos los de derechas. Ojalá hubiera sido ésa la única clasificación. Porque son buenos los republicanos, son malos los nacionales. Son buenos los nacionalistas, son malos los españoles. Son buenos los catalanes, son malos los madrileños. Son buenos los terroristas, son malas las víctimas. Son buenas las mujeres, son malos los hombres. Son buenos los homosexuales, son malos los heterosexuales. Son buenos los jóvenes, son malos los adultos. Son buenos los niños de la enseñanza pública, son malos los de la privada(1). Son buenos los obreros, son malos los empresarios. Son buenos los que reciben dinero a préstamo, son malos los que lo dan. Son buenos los que ponen espejitos, son malos los constructores. Son buenos los cineastas, son malos los curas. Son buenos los peatones, son malos los conductores. Son buenos los no fumadores, son malos los fumadores. Son buenos los ateos, son malos los creyentes. Son buenos los musulmanes, son malos los cristianos. Son buenos los iraquíes, son malos los americanos. Son buenos los árabes, son malos los israelíes… Y así hasta el infinito…
 
            El pensamiento de ZP daba para poco más, que se le va a hacer: anclado en una de indios y vaqueros que se le indigestó a los catorce años, pedirle un poquito más de rigor… como el que ve llover.
 
            La segunda pronunciada por el líder de la oposición: “No haremos la misma oposición que nos han hecho ellos a nosotros”. Buena, sí señor, pero no tanto por lo que dice, como por lo que no dice: lo que yo espero es justamente lo contrario, a saber, que los que vienen ahora no hagan el mismo gobierno que hicieron ellos. Por lo que a la oposición se refiere, haga Vd. lo que le plazca, Sr. Rubalcaba, y no se ande Vd. con contemplaciones. Además, ¡qué le voy a decir yo de oposición! Si se han pasado Vds. siete años haciendo de oposición (de la oposición) a pesar de estar en el Gobierno…
 
 
            (1)Que disfrutan además humillando, ya desde pequeñitos, a sus cuidadoras.
 
 
            ©L.A.
           
 
 
 
 
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