Se me acumulan las vírgenes y no doy abasto para tratarlas a todas. Y es que mientras dedicaba mi columna a las muchas cosas interesantes que suscita la apasionante advocación guadalupana de la Virgen, estábamos celebrando por los mismos días, concretamente el 10, otra no menos interesante y sugestiva (si cabe): la de Loreto.
 
            La Virgen de Loreto tiene la curiosa afición, una afición como otra cualquiera, de ser la patrona de las fuerzas aéreas: así, lo es de las españolas, pero lo es también de las argentinas, de las colombianas, de las chilenas, de las peruanas y de tantas y tantas otras. Y en realidad, no es tan extraño que así sea, como van a comprobar Vds. en cuanto les cuente su apasionante historia.
 
            Se llama la Virgen de Loreto a la que se venera en la ciudad italiana de Loreto. Pero para que la Virgen de Loreto decidiera “acantonarse” en esa ciudad, hubieron de pasar antes muchas cosas. La historia, más que la de una virgen (a la derecha en la versión de Aníbal Caracci, c. 1605) es, como veremos, la de una casa (ver debajo), y trae origen en las cruzadas, cuando en 1291, tiene lugar la invasión del Reino de Jerusalén por los mamelucos, la cual culmina el 5 de abril con la toma de San Juan de Acre, a sólo 40 kms. de Nazaret, por el Sultán Malek-Aschraf.


            Y aunque son muchos los descreídos que se empeñan en que pudo ser trasladada por encargo de la familia Angeli reinante en Epiro (Grecia), y en esa misma línea del transporte marítimo se ratifiquen los trabajos arqueológicos realizados sobre la casa entre 1962 y 1965, a nadie con dos dedos de frente se le escapa que mucho más probable es que la noche del 12 de mayo de 1291 fueran los mismísimos ángeles en persona, y no los Angeli, los que, haciendo acopio de la capacidad de volar que les dan esas alas de las que tendremos que hablar en algún momento, trasladaron con tan fausto motivo la llamada Casa de María, en la que la madre de Jesús había vivido con su hijo y con José, desde Nazaret al otro confín del Mediterráneo, concretamente hasta Trsat (Tersato) en Dalmacia (Croacia), donde sus asombrados habitantes no supieron que la casa repentinamente aparecida entre ellos era la de la Virgen hasta que la propia Señora en persona decide comunicárselo a un sacerdote del lugar al que, además, sanó de su enfermedad.
 
            No termina aquí el viaje de la inquieta construcción, pues sólo tres años después, exactamente la noche del 9 al 10 de diciembre de 1294, es vuelta a trasladar por los mismos ángeles, los cuales no se achantan de cruzar de nuevo el ancho mar, llevándola esta vez a la orilla occidental del Adriático, para emplazarla en un bosque de laureles ("laureti" en latín), que es el que termina dando nombre a la Virgen en cuestión: la Virgen de Loreto. Por su parte, en el entristecido Tersato croata no dejan de construir sus habitantes una iglesia para conmemorar los tres años en los que la casa “convivió” con ellos.

            No debieron de quedar los ángeles muy satisfechos del nuevo emplazamiento, pues apenas ocho meses después deciden llevársela de nuevo, ante los numerosos atracos que realizaban los asaltantes entre los muchos peregrinos que visitaban el lugar. Si bien esta vez no se alejan demasiado, llevándosela a la propiedad de los condes Stefano y Siméon Raineldi que debieron considerar mucho más segura. Pero ¡ah amigo! el lugar seguía sin ser del entero agrado de los ángeles, pues la casa trajo el enfrentamiento a la familia, pugnando los hermanos por quién era el propietario de la preciada reliquia, disputa que los alados personajes resolvieron trasladando la casa por cuarta vez. Y última hasta la fecha, aunque vaya Vd. a saber, que estos ángeles son muy caprichosos, y a poco que se les cruce el cable, capaces son de reproducir el transporte a los ojos de los descreídos humanos del s. XXI y llevarse la casa a cualquier otro lugar del mundo que consideren más apropiado.
 
            Y eso que esta vez no va a ser fácil, dado que desde 1469 se levantó para protegerla toda una preciosa basílica, renacentista por más señas, en torno a la cual, por cierto, creció la nueva ciudad de Loreto. Una basílica en cuyo interior quedó lo que se da en llamar “la Santa Casa”, que revestida mediante una maravillosa fachada en mármol diseñado por Bramante en 1509 a solicitud del Papa Julio II (a la izquierda), no es otra cosa que aquella casita que un día trajeran los ángeles desde Nazaret, de tres muros y 9x4 metros de superficie, realizada en ladrillo y piedra de origen indudablemente palestino, trabajada con técnicas nabateas, y con grabaciones en la piedra, entre las cuales una que dice “Jesús hijo de Dios”. Y por cierto, perfectamente coincidente con el hueco que se venera en Nazaret como la Gruta de la Anunciación del que supuestamente se extrajo (debajo a la derecha).
 
            En cuanto a la Virgen de Loreto, es una virgen como tantas otras, -como la de la Almudena, como las dos de Guadalupe-, de tez morena, en este caso por una más que prosaica razón, el humo de las velas. Fue alguna vez una talla del s. XV, la cual fue robada por los ejércitos napoleónicos en 1797 y que no volvió a Loreto hasta 1801. Lo cierto es que en 1921 ardió presa de las llamas, y para cuando llegaron los ángeles a su rescate, esta vez era tarde, y ni siquiera los mágicos alados pudieron hacer nada por salvarla. En Cannara puede visitarse la copia que se exhibió en Loreto durante los cuatro años (1797-1801) en que la imagen original estuvo fuera del santuario. Por lo que hace a la que hoy día se venera en Loreto, es una réplica salida de los sabios formones de Enrico Quattrini, coronada por el Papa Pío XI en 1922 y revestida con un llamativo manto llamado, en honor a aquellos primeros años en Dalmacia, la Dalmática.
 
            La Virgen de Loreto, como es fácil de entender después de todo lo relatado, es la patrona de la aviación española, como así declaró el Papa Benedicto XV por decreto de 24 de marzo de 1920. El ejército del aire español no tardó en adoptar parecida decisión, convirtiéndola igualmente en su venerada patrona el 7 de diciembre de 1920.

            Así pues, y aunque con algo de retraso, permítanme nuestros aviadores y nuestros valiosos y valientes militares y soldados del ejército del aire, felicitarles por la celebración del dia de su voladora patrona, mimada de los ángeles, la Virgen de Loreto.
 
 
            ©L.A.
           
 
 
 
 
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