EVANGELIO

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-45

En aquellos días, María se levantó y se puso en camino deprisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».

Palabra del Señor.

Avisos:

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Experiencia de Ti.

Yo, Madre, he vivido esa maravillosa experiencia de Tu presencia. He vivido esa sensación de estar lleno, ese impulso irrefrenable de decirte con todo el corazón “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!”, esa sensación de indignidad ante Tu presencia y esa certeza de que lo que me dijo el Señor a través de ti se cumpliría. Estar contigo es vivir una experiencia profunda del Espíritu Santo. Es llenarse de gozo y de alegría. Es saborear el cielo. Esa experiencia me lleva a salir deprisa, como Tú, y unirme a otros que también han sido llamados al servicio del Señor.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Andrés: Carlos tío, últimamente estás desconocido. Se te ve con una alegría envidiable.
Carlos: Sí, desde que nos llamó la Virgen a mi esposa y a mí, siento un impulso irrefrenable de seguir profundizando en el misterio de nuestro matrimonio. Hay un mundo más allá de lo sensible, que es indescriptiblemente hermoso, Andrés. No te lo puedo explicar, porque hay que vivirlo para comprender qué es esto de vivir tu vida desde un plano más trascendental. Es como que estás en este mundo, pero vives más intensamente por lo que ocurre en el otro.
Laura (Esposa de Andrés): Nosotros no tenemos experiencia de eso, pero ¿Nos podéis hacer de guías y llevarnos de la mano?
Carlos: ¡Sí, claro! Seguro que Carmen (esposa de Carlos) estará dispuesta también a ayudar. Sólo hay una condición: Es un camino duro, que exige de mucho dominio de sí, y por tanto, tenéis que poneros a tope con ello. Aquí hay que ir deprisa, no valen las medias tintas.
Andrés: Por mí, lo que haga falta.
Laura: Me parece genial. Siento muchísima alegría.
(Dichosos, Andrés y Laura, porque la promesa de Dios se cumplirá en vosotros)

Madre,

Gracias por venir a visitarnos, gracias por Tu llamada, gracias por traer la alegría a nuestro matrimonio. Bendita Tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Amén.