¿Queréis que os indique los caminos de la conversión? Son numerosos, variados y diferentes, pero todos conducen al cielo. El primer camino de la conversión es aborrecer nuestros pecados. “Empieza tú a confesar tus pecados para ser justo.” (Is 43,26) Esto porque dice el profeta: “Me dije: -confesaré al Señor mis culpas.- Y tú perdonaste mi falta y mi pecado.” (Sal 31,5) Condena tú mismo las faltas que has cometido y esto bastará para que el Maestro te escuche. El que condena sus pecados irá con más cuidado para no recaer en ellos...


Hay un segundo camino que no es inferior al primero y es: no guardar rencor a nuestros enemigos, dominar nuestra cólera para perdonar las ofensas que nos infligen nuestros compañeros de servicio, porque así obtendremos el perdón de las ofensas contra el Maestro. Es la segunda manera de obtener la purificación de nuestras faltas. “Si perdonáis a vuestros deudores, dice el Señor, mi Padre que está en el cielo perdonará también vuestras faltas.” (Mt 6,14)


¿Quieres conocer el tercer camino de la conversión? Es la oración ferviente y atenta desde el fondo del corazón... El cuarto camino es la limosna. Tiene un poder  considerable e indecible... Luego, la modestia y la humildad no son medios menores para destruir el pecado desde la raíz. Tenemos como testimonio de ello el publicano que no podía proclamar sus buenas acciones sino que en su lugar ofreció su humildad y depositó ante el Señor el pesado fardo de sus faltas. (Lc 18,9ss)


Acabamos de indicar cinco caminos hacia la conversión... ¡No te quedes inactivo sino que cada día avanza por estos caminos! Son fáciles, y a pesar de tus miserias puedes ir por ellos.
 (San Juan Crisóstomo. Sermón sobre el demonio tentador)

 

San Juan Crisóstomo nos indica cinco caminos para la conversión y nos dice que son fáciles de transitar, a pesar de nuestras miserias. ¿Fácil? ¡Vaya facilidad! ¿Cómo es entonces lo difícil?

 

Yo diría que es imposible andar esos caminos si solo contamos con nuestras fuerzas. Me pregunto si algo puede ser fácil de hacer sin contar con la Gracia de Dios. Pero con Dios por medio, nada se pierde o se malogra. Podemos emplear los talentos que Dios nos ha dado para andar estos caminos. Casi diría que Dios nos ha dado sus dones con esta intención y no para que nos apropiemos de ellos para nuestro beneficio terrenal.

 

Es cierto que podemos esconder nuestros talentos y vivir lo que nos toque vivir de forma desafectada. Pero entonces ¿Qué podremos entregar a Dios cuando estemos frente a El? Devolverle los talentos sin más, es una bofetada al amor que El nos ha dado. ¿Qué frutos han dado nuestros dones? En qué ayudamos a hermanos, Iglesia, sociedad y a la creación en su conjunto.

 

Si es triste devolver el mismo talento que Dios nos ha dado, más triste es no tener nada que devolver. Decirle a Dios que hemos gastado su don y que no somos capaces ni de devolverlo. Decirle a Dios que nos hemos desatendido a nosotros mismos hasta rompernos.

 

El mundo nos llama a gastarnos a nosotros mismos olvidando lo que somos y nuestra responsabilidad con nosotros mismos, los demás y lo creado. El mundo nos grita que nos gastemos para olvidar el sufrimiento que llevamos dentro. Nos dice que lo mejor vivir sin más y morir sin más. Sin dignidad como personas, somos marionetas que viven bailando al son del mundo.

 

Pero la responsabilidad no es solo con nosotros mismos ¿Cuidamos todo lo que Dios nos ha legado? ¿Podemos entregar más de lo que hemos recibido de Su mano? El planeta y la sociedad que dejamos detrás de nosotros, ¿Es un poco mejor gracias a los dones de Dios que hemos empleado? En los tiempos de crisis que vivimos, la parábola de los talentos tiene más profundidad que de costumbre.

 

Pero ¿Cómo caminar los cinco caminos de la perfección? Dijo Cristo: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.” (Jn 14,6)

 

Entonces les dijo Jesús a sus discípulos: Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga. Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará. (Mt 16, 24-25)

 

No nada fácil entrar en los cinco caminos si no contamos con la Gracia y los dones que Dios nos ha dado. Pero tenemos esos dones y la Gracia de Dios ¿A que esperamos?