El 2º Congreso de la Divina Misericordia termina en Cracovia con un recuerdo litúrgico de Santa Faustina en el día de su fiesta. Junto a ella intentamos entender el sentido de nuestra misión y conocer las maneras de realizarla. Una de las características de la espiritualidad de Santa Faustina es la adoración a Dios en la Iglesia. Ella decía que quería ser útil a toda la Iglesia. Apreciaba esta gracia en su vida. Dice en su Diario: “Iglesia de Dios, tú eres la mejor Madre, sólo tú sabes educar y hacer crecer el alma. ¡Cuánto amor y cuanta veneración tengo por la Iglesia, la mejor de las madres!” (Diario, 197).

                Junto a la mística de Cracovia es más fácil  reconocer y formular el objetivo de nuestra misión. Ella lo veía de una manera simple y al mismo tiempo muy  categórica: ¡Cuánto amo a la Iglesia y a todos los que viven en ella… Me inflamo de amor con los que aman, sufro con los que sufren, el dolor me consume mirando a los tibios y a los ingratos. Entonces procuro una amor tan grande hacia Dios que lo compense por aquellos que  no lo aman, que corresponden a su Salvador con una ingratitud” (Diario, 481). Este es el ideal que se nos propone al acabar el Congreso: ser fieles a Dios.

                La Misa de clausura la ha presidio el Cardenal Schönborn. La homilía la ha predicado el Cardenal Péter Erdó de Hungría, que nos ha hablado de la necesidad de ser misericordiosos. No basta decir que Dios es bueno, también nosotros hemos de vivir la misericordia en todas sus facetas: espirituales y materiales. Esta es la misión del Apóstol de la Divina Misericordia.

                Al terminar la celebración hemos hecho la consagración del mundo a la Divina Misericordia, y se ha entregado a los representantes de los cinco continentes la luz simbólica de misericordia para que la lleven por los rincones del mundo. El Cardenal Stanislaw Dziwisz ha pronunciado las últimas palabras de clausura exhortándonos a todos con este encargo: “¡Vayan por todo el mundo, anuncien la Misericordia!

                A las tres de la tarde nos hemos dado cita en el Santuario para rezar la Coronilla y trasladar una imagen peregrina del Cristo de la Divina Misericordia a la Capilla en donde reposan los restos de Santa Faustina.  He tenido la  oportunidad  de entrar justamente detrás del Cardenal de Cracovia y rezar muy cerca del sepulcro de la Santa de la Misericordia Divina. He entrado después al convento de las monjas y me han entregado una reliquia auténtica de los restos mortales de Santa Faustina que había solicitado para mi Santuario de la Divina Misericordia de Murcia (España). Y feliz acabo el día con mi tesoro.  Por la tarde hemos tenido una reunión de trabajo los responsables de grupos de habla hispana. He podido comprobar que los países de América (Norte y Sur) nos llevan mucha delantera a los españoles en este movimiento espiritual que supone la doctrina teológica y pastoral que Jesucristo reveló a la Santa de Cracovia. Y los países asiáticos, como Filipinas y Corea no andan muy atrás. La vieja Europa tiene mucho que aprender de los países que ella misma evangelizó.

                Hoy era día de despedidas. Los polacos nos han acogido como familia. Es un pueblo abierto al Espíritu. Ya dijo Jesucristo a Santa Faustina: “De aquí saltará una chispa que guiará a la Iglesia hasta la última venida”. Y así está ocurriendo. De cada uno depende el dejarse encender por la Luz de Cristo.   

        Oficialmente el Congreso ha solicitado de Benedicto XVI que Santa Faustina sea proclamada Doctora de la Iglesia. 
 

                La despedida ha sido hasta el año 2014 que se celebrará el tercer Congreso. Posiblemente en Colombia.

Juan García Inza

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