Hoy les voy a contar una hermosa historia con un final feliz. Ha ocurrido en Tennessee (Estados Unidos). La joven estudiante Anne Marie Dust quería realizar la carrera de enfermera especializada en salud femenina y atención al parto. Y presentó una solicitud para terminar sus estudios con un master en el Nurse Residency Program de la Universidad Vanderbilt en Nashville (Tennessee), que avalaba con un excelente expediente académico. La sorpresa la recibió cuando para ingresar, se le requería firmar un escrito en el que certificaba que estaba dispuesta a participar en abortos y se le invitaba a solicitar otro curso diferente del Nurse Residency Program “si tiene Vd. la impresión de no estar en situación de atender a mujeres durante este tipo de situación”.
 
            Anne Marie podía simplemente haber aceptado “la invitación” y haber solicitado otro curso. Pero en su lugar, prefirió dar un paso al frente y hacer valer su compromiso con la vida, un compromiso en el que no era nueva, pues había militado durante muchos años en la organización Life Chain.
 
            Entró en contacto con la organización Alliance Defense Fund (ADF) y presentó una reclamación en el Department of Health and Human Services (Departamento de salud y servicios humanos) en enero de 2011, en la que denunciaba a la universidad por discriminación ilegal, al forzar a los estudiantes a participar en intervenciones de abortos aun cuando fueran contrarios a sus convicciones morales o religiosas. Y la verdad, no lo tuvo muy difícil, ya que la ley norteamericana impide a las escuelas que reciben ayudas estatales a denegar la admisión a solicitantes por el solo hecho de negarse a participar en abortos, siendo así que la Universidad Vanderbilt recibe del estado la “pequeña” cantidad de… ¡¡¡300 millones de dólares al año!!! (40.000 millones de pesetas, para que nos entendamos)
 
            Anne Marie no lo tuvo tan claro desde el principio. Temió por su carrera y por su futuro profesional, se iba a enfrentar a un gigante del sector en el que ella quería trabajar. Pero una vez que tomó la decisión, y según declaró, “hallé gran paz, porque sabía que había hecho lo que tenía que hacer y el resto iba a depender ya de Dios”.
 
            Lo cierto es que la lucha fue mucho menos penosa y larga de lo esperado, y ¡¡¡apenas veintiséis horas !!! después de que Anne Marie presentara su queja ante el DHHS, la Universidad Vanderbilt renunciaba a su política sobre participación de los estudiantes en abortos. En la carta enviada por la Universidad a partir de ese momento a cuantos solicitaban realizar el curso de enfermería que Anne Marie pretendía realizar, bien por el contrario, se señalaba que ningún participante en él “será requerido a participar en ningún procedimiento de fin de embarazo si tal participación es contraria a sus creencias religiosas o convicciones morales”. Y eso que Anne Marie prefiere hablar de victoria de las mujeres, más que de convicciones morales o religiosas.
 
            Al día de hoy, superados sus estudios en la Universidad Vanderbilt, Anne Marie es una excelente enfermera especializada en salud femenina y partos en una unidad pre-parto de Illinois. Para que vean Vds. lo mucho que se puede conseguir a veces con apenas un poquito de imaginación y de tiempo. Y eso sí, en cualquier caso, con mucho coraje y determinación. A veces, los militantes incondicionales del partido de la vida nos llevamos estas satisfacciones.
 
 
            ©L.A.
           
 
 
 
 
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