Páginas inéditas del martirologio pacense
 
El sacerdote Teodoro Agustín López y López que dirige los Archivos Eclesiásticos de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz publicó un trabajo en 1995 durante los XXIV Coloquios Históricos de Extremadura sobre los mártires de Badajoz.
 
Don Teodoro afirma que “la iglesia local de Badajoz no puede cerrar su historia (recordamos que el 28 de julio de 1994 se creaba la nueva archidiócesis Emeritense-Pacense, de Mérida-Badajoz) sin incorporar estas cuatro cosas:
 
Primera, que el recuerdo y veneración de sus mártires no podía ser una motivo de separación entre los conciudadanos, puesto que murieron perdonando a sus enemigos. Segunda, que en ese intento integrador, es esencial mantener una armonía equilibrada entre Roma y España, ya que el Papa nos invita a historiar los nuevos mártires del siglo XX y nuestra madurez política es notoria. Tercera, que en la construcción del futuro -con la ratificación definitiva del Papa- seguirán siendo pieza clave del Evangelio: y se impone, por tanto, una prudente labor diocesana en los procesos de beatificación, capaz de disipar en ellos el recelo de un revanchismo de derechas presuntamente vinculados al Movimiento Nacional. Cuarta, que los sectores no creyentes e indiferentes, en que se venía manifestando el repudio de nuevos mártires -a medida que toman el relevo las generaciones posteriores a la Guerra Civil- deberían ser objeto de especial atención para el horizonte democrático, a fin de librarlos de la idea de que sólo el cauce aconfesional podía dar satisfacción a todos los ideales.
 
La diócesis pacense los recordaba de este modo: “D.O.M. a los sacerdotes y seminaristas pacenses / confesores de Cristo Rey / víctimas del odio comunista ateo, / encarnación vigorosa / de las más altas cualidades de la raza hispana y de la insuperable fortaleza / del sacerdocio católico / rinden sentido homenaje de entusiasta admiración / de emocionada gratitud. / El Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo/el clero y el seminario y la diócesis toda de Badajoz exclamando / VIVANT TRIUMPHENT REGNENT IN CHRISTO”.
 
Hacemos propias las palabras de la expresión “Así murieron nuestros Mártires” como lo hicieran Pío XI en su alocución del 14 de septiembre de 1936 a los españoles que pudieron escapar de la entonces zona roja y se refugiaron en Roma y la exhortación pastoral del obispo diocesano Dr. Alcaraz y Alenda el 30 de noviembre de 1939. No obstante, sometemos nuestro juicio a la declaración definitiva y auténtica por el Romano Pontífice elevando al honor de los altares a los que gloriosamente murieron por Cristo.
 
Esta humilde aportación no quisiera ser otra cosa que un cumplimiento fiel a la invitación de Juan Pablo II en la carta apostólica “Tertio millenio adveniente” (n° 37).
 
            Traemos hoy a nuestro blog el testimonio del arcediano de la catedral de Badajoz que ejercía su ministerio como Capellán en el famoso monasterio madrileño de La Encarnación y que fue asesinado el 30 de septiembre de 1936.
 
 
Siervo de Dios Plácido Verde y Verde
 
Nació en Nódalo (Soria) el 5 de octubre de 1873. Sus padres fueron Calixto y Lorenza, naturales de Nódalo y Nafría la Llana (Soria). La vocación sacerdotal se le despertó a los 14 años. Cursó en el Seminario Conciliar de Osma, las Humanidades y el primer año de Filosofía (18881892); el 1893 llega a Madrid, donde acabados los estudios de la Filosofía, cursó la Teología en el Seminario Conciliar, volviendo en el 1896 de nuevo a Osma, por estar casi al borde de la ordenación. En el III curso de Teología recibe de manos de Mons. Escudero y Ubago el presbiterado en El Burgo de Osma, el 18 de diciembre de 1897, en las Témporas de Santo Tomás Apóstol.
 
 
En el Seminario Pontificio de Burgos obtiene el grado de licenciado en Sagrada Teología (1904) y en el de Toledo se licencia en Derecho Canónico (1921). Los cargos pastorales que ejerció, fueron: Cura Regente de Hacinas (1898); Cura Ecónomo de Palacios de la Sierra (1903). En el concurso obtuvo el Curato de Moncalvillo, cargo que desempeñó hasta el 18 de junio de 1908 en que renunció por motivos de salud; Capellán de la Monjas Trinitarias Descalzas de la Villa (1909); Canónigo de Gerona (1917); Capellán de Honor Supernumerario (1918). Rector del Real Patronato de Loreto (1919). También ejerció como Magistral y Fiscal de la Real Capilla desde 1923 y 1925, respectivamente. El 21 de diciembre de 1928, su Majestad nombra a D. Plácido como Rector del Monasterio de la Encarnación, beneficio que ejerció hasta su muerte. Simultáneamente desempeña la Dignidad de Maestrescuela de Santander (1929) y Arcediano de la Catedral de Badajoz (1930-36).
 
 
En estos enlaces pueden acceder a como don Plácido Verde facilita a un periodista de ABC una entrevista con las monjas sobre el famoso tema de la sangre licuada de San Pantaleón:
 
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1931/07/21/015.html
 
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1931/07/21/016.html
 
 
La convulsión social de aquellos tiempos, provocó el exilio del Rey D. Alfonso XIII, quien le invitó a salir de España, el 1931. No en vano era el confesor de la Infanta Cristina, pero lo rehusó: creía que estaba tranquilo. “No le he hecho mal a nadie”, decía.


 
Sor María Teresa del Niño Jesús (en el mundo Basilia) Carricaburu Martingorena, agustina recoleta del Monasterio de la Encarnación, que ingresó el 1930, resume así su personalidad:
 
Era muy fervoroso en los actos litúrgicos. No pensaba más que en las cosas de Dios. Tenía un alto cargo en el Palacio Real. Alto, elegante, simpático y cariñoso... era todo un personaje, muy conocido en Madrid. Gran orador. Los primeros viernes los fieles desbordaban el templo. Devotísimo del Sagrado Corazón”.
 
En 1934 ya comprendía la grave situación política y social.
 
En la previa exploración a la profesión solemne de Sor Mª Teresa del Niño Jesús, en el locutorio le pregunta:
 
“-Si está contenta y dispuesta a profesar en circunstancias tan adversas”.
 
Ella respondió:
 
“-Lo que sea para la comunidad, sería de mí”.
 
Y añadió D. Plácido:
 
“-Pues mire que le tocara algo de martirio”.
 
La respuesta no tardó:
 
“-No importa”.
 
El 14 de octubre de 1934 emitía sus votos solemnes, en la Eucaristía que él mismo preside.
 
Don Plácido hace testamento el 5 de marzo de 1934, con dos fines: uno, los sufragios de misas por su alma en la Iglesia de la Encarnación, y las catedrales de Gerona y Badajoz; otro, las limosnas para los pobres de Nodálo, Hacinas y Moncalvillo.
 
La Iglesia de la Encarnación quedó cerrada al culto el 20 de julio de 1936; y las monjas se alojan en las casas. Lógicamente fue perseguido él, teniendo que refugiarse con la familia en la casa de la familia Masón, con quien le unía gran amistad por ser protector de los hijos al quedar huérfanos en noviembre de 1934.
 
Al delatarlo el 25 de septiembre, fue detenido por las milicias socialistas de García Atadell. Cinco días después, el 30 del mismo mes murió asesinado por su condición de sacerdote en el camino de San Fernando de Henares, en Vicálvaro. Su cuerpo fue enterrado en la fosa común del cementerio. El 24 de agosto de 1939 son exhumados sus restos mortales y se depositan en el panteón de los caídos en Vicálvaro con esta inscripción: “Plácido Verde Verde PBº”.
 
Los datos que aparecen en la Causa General para Vicálvaro arrojan los siguientes datos: que sucedió en las inmediaciones de la carretera del Este, término de esta villa, que la causa de la muerte es por heridas por arma de fuego y que tenía su domicilio en el nº 1 de la calle Amadeo Vives de Madrid. El proceso de canonización de este siervo de Dios se está llevando por la Archidiócesis de Madrid
 
 
Los mártires de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz
 
Un último apunte. El 26 de mayo de 2006 se celebró en el Arzobispado de Badajoz la sesión de apertura del proceso de Canonización de “Tomás Carmona Gómez, sacerdote diocesano, y XXXIV compañeros”.