Según el coordinador de Catholic Voices, Austen Ivereigh, la Iglesia católica “puede ayudar a recomponer esta Gran Bretaña rota” porque, como dijo el Pontífice Benedicto XVI, “razón y fe se necesitan la una a la otra. No basta el individualismo liberal. La política y la conveniencia necesitan un fundamento ético”.



(RÍMINI, ZENIT.org).- Revueltas en Tottenham, crisis de la City, escándalo en los medios de comunicación de masa, también en Gran Bretaña se observan los signos de los tiempos, con el derrumbe de las viejas instituciones y las incertidumbres de lo nuevo que llega.

En este contexto, algunos expertos del mundo anglosajón se encontraron el 21 de agosto en el Meeting de Rímini para reflexionar sobre los efectos de la visita del Pontífice Benedicto XVI a Gran Bretaña, que tuvo lugar en septiembre del pasado año.

Según el editorialista irlandés del Irish Times, John Waters, “la visita del Papa a Inglaterra fue fundamental porque alcanzó el corazón del mundo anglófono”.

Al principio, explicó Waters, los medios de comunicación se concentraron en las hostilidades, después “de repente se dieron cuenta de que había algo más grande que estaba sucediendo”.

Austin Ivereigh, coordinador del movimiento Catholic Voices, explicó cómo en el Reino Unido se está viviendo una serie de crisis que ponen en cuestión el modelo “liberal”, del que ya son evidentes los límites.

El Primer Ministro David Cameron habló de “Gran Bretaña rota” e Ivereigh afirmó que la Iglesia católica tiene una contribución propia que ofrecer.

Según el coordinador de Catholic Voices, la Iglesia católica “puede ayudar a recomponer esta Gran Bretaña rota” porque, como dijo el Pontífice Benedicto XVI, “razón y fe se necesitan la una a la otra. No basta el individualismo liberal. La política y la conveniencia necesitan un fundamento ético”.

A propósito de esto, John Milbank, profesor de Religión, Política y Ética en la Universidad de Nottingham, quiso precisar que el Papa “atrajo la atención sobre los orígenes latinos y católicos del constitucionalismo británico”.

“No es verdad – añadió el profesor, anglicano – que todo lo que es válido en la esfera política derive sólo de las revoluciones americana y francesa. Hay raíces medievales e incluso anteriores”.

Milbank auguró un auténtico constitucionalismo fundado “en el reconocimiento de un bien superior” porque la fraternidad “es imposible sin Dios y sin Jesucristo”.

Adrian Pabst, lector de Política y Religión en la Universidad de Kent en Canterbury, constató la crisis Paneuropea que afecta también a Estados Unidos, y reivindicó la necesidad de “una democracia cristiana popular, diversa de la de la posguerra, que no se base en los partidos, sino en la sociedad civil”.

Según Pabst, los modelos dominantes de democracia y de capitalismo son indiferentes a los valores absolutos y a la verdad, y por ello es necesario, como advirtió en su día Luigi Sturzo, fundador de la Acción Católica, hacer referencia a la Iglesia, que es un elemento constitutivo de la sociedad civil.