Cada día me levanto, informativamente hablando, leyendo comentarios contrarios a la JMJ. Es maravilloso ver cuanta variedad de argumentos pueden ser utilizados para criticar este evento.

Hoy me he fijado en un ramillete de ellos cuya tesis se basa en comparar la JMJ con un espectáculo pagano y desacralizado. Repasando los argumentos que utilizan he recordado los empleados en la controversia iconoclasta de los primeros siglos del cristianismo.
 

Los iconoclastas defendían que no debemos plasmar en pinturas o esculturas nada referente a Dios. Parten de la prohibición del Pentateuco, asimilando estas representaciones a “caricaturas” y terminan diciendo que su utilización desacraliza, paganiza y promueve la adoración de sustitutos de Dios. No es posible negar que esto pueda ser así para algunas personas carentes de formación, pero las imágenes tienen la capacidad de acercarnos el Misterio de Dios con una especial pedagogía. Por eso la Iglesia, confiando en la formación de los fieles, permitió las imágenes y les dió un lugar de importancia en nuestra vida cristiana. 

Los JMJclastas, como acabo de titularlos, ven en la presencia mediática de la Iglesia los mismos errores que sus antepasados iconoclastas. Interpretan que esta presencia paganiza la Iglesia y la seculariza. Dicen que se adora a las apariencias y centra todo en la diversión y las apariencias ¿Puede la gloria de Dios revelarse en una seca zarza del desierto? (Ex 3:1-4:17) Para Dios no hay medio del que no saque partido en su plan. Incluso en las condiciones más horrendas, donde abunda el pecado, sobreabunda la Gracia de Dios (Rm 5,20). Aunque la herejía iconoclasta se consiguió poner a raya, sus ecos nos acompañan desde entonces. 

Aunque critique el exceso de los JMJclastas, no puedo más que darles razón en ciertos aspectos. Desde mi humilde punto de vista la presencia mediática de la Iglesia es necesaria y las JMJs son momentos especialmente indicados para que el mundo se sorprenda ante el testimonio eclesial. Pero también hay que intentar cuidar algo más las formas que se muestran a través de los medios. Algunos videos promocionales de la JMJ son lamentables. Los calificaría de disuasorios. Los espacios públicos que se utilizan deberían diseñarse desde el arte cristiano y no desde la estética vanguardista. En concreto puedo citar la tarima-altar de Cuatro Vientos. Al inmenso parasol le llaman el “Árbol de la vida”... bueno. ¿Cuesta mucho poner una cruz? ¿Cuesta mucho utilizar la simetría y la proporción? ¿Es complicado poner una representación de la Virgen sobre el inmenso blanco de la escena? Del escenario de Cibeles, podría decir lo mismo. Necesitamos de un sustrato simbólico más cuidado para presentarnos y diferenciarnos. De los confesionarios diseñados para la JMJ ¿Qué decir?. ¿Una cruz a la vista, cuesta tanto? Ya que estamos usando los medios más modernos, tendríamos que utilizarlos con más cuidado, sentido y profundidad. En vez de hablar de “horror vacuii” casi podríamos hablar del “horror crucis”. No puedo dejar de indicar que los responsables de la puesta en escena también tienen serios problemas de iconoclasia. 

Deberíamos dejar claro si los medios son importantes o no, ya que utilizarlos sin comunicar en armonía, simbolismo y trascendencia es, en muchos casos, desaprovechar los dones que Dios nos ha dado. Ya poco se puede hacer, aunque siempre es posible colocar alguna cruz donde se nos “olvidó”.