Año del Señor 2020
23 de octubre
 
Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día. 
 
Y YO SIN ENTERARME
 
No sé qué me pasa, que últimamente que estoy poco “asombradiza” (no sé si existe esa palabra, pero es tal cual). 
 
Sé con certeza que una de las cosas más importantes para mantener el corazón encendido es dejarse asombrar, es estar abierto a sorprenderse. Sin embargo, hay días que... como que estás a otras cosas aparentemente más urgentes, y parece que ni te das cuenta. Así estaba yo, ocupada en los preparativos de la Profesión Solemne: que si la carta que me gustaría enviar, que si aquel detalle que se me ocurre, que si tengo que escribir a tal persona... y, ocupada en “nuestro día”, me estaba olvidando de dejarme sorprender por Él. 
 
Pero al Señor, que no deja de salir a nuestro encuentro, le gusta que nos demos cuenta y, cuando no nos enteramos, se encargará de pedirle a alguien que nos lo haga ver. 
 
El otro día, mientras estábamos rezando, de pronto me di cuenta de que, en la tarima, la forma de las betas de la madera dibujaba un corazón... ¡tantos años y nunca antes me había dado cuenta! Me hizo gracia, pero tampoco le di más importancia, así que seguí a lo mío.  
 
Pero es que después ya van dos tardes en que desde mi ventana de la celda veo aparecer el arcoíris con una fuerza como nunca antes lo había visto. La segunda era tan imponente que le hice una foto y se la compartí a las hermanas. Y ellas me decían: “¡Qué bonito!, ya sabes que en la Biblia el arcoíris significa la presencia de Dios, la alianza de Él con su pueblo... ¡menudo guiño te ha hecho el Señor!” 
 
Luego, según bajé a merendar, una hermana me dijo: “¿Compartimos el último plátano?”... ¡Qué de detalles de Él y de las hermanas me estaba perdiendo!
 
Ya ante tanta evidencia sentía que mi corazón comenzaba de nuevo a asombrarse. Comenzaba a abrirse a la sorpresa. 
 
La vida está llena de detalles de amor del Señor hacia nosotros, de las persona que nos quieren, y hasta de los que menos te puedas imaginar. Pero es cierto que también requiere de nuestra parte que lo queramos descubrir, que abramos el corazón al asombro. 
 
Muchas de estas cosas nos pasan desapercibidas, sin embargo, lo que hace un día diferente al otro no son los planes diferentes, ni los “buenos tiempos”, sino que lo que marca la diferencia es el amor. Y un amor que asombra despierta en ti el deseo de sorprender, de tener un detalle también con el otro, y todo enciende el Amor. 
 
Hoy el reto del amor es abrir tu corazón al asombro. ¿Cuándo fue la última vez que algo despertó en ti el asombro? Ábrete al amor, al cariño de los demás, deja que tus días estén llenos de color, y pinta con tus detalles los días de los demás. Así los días nunca serán grises, sino de todos los colores. 
 
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¡Feliz día!
 
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