DON JESÚS ARNAL, escribiente en la Columna de Durruti (6). LOS ATEOS PIDEN PERMISO PARA LAS NAVIDADES

Martín Ibarra Benlloch

Mosén Jesús Arnal, oficinista de la Columna anarquista de Durruti cuenta algunas de las actuaciones de los integrantes de su Columna. No las justifica del todo, aunque parece que las comprende como si fuera el buen Sancho Panza al comienzo de sus andanzas. Los medios para abastecerse de esta Columna, además de las transacciones lícitas, fueron la incautación y el robo. A los vecinos de los pueblos de alrededor o al Gobierno de la Generalitat de Cataluña o al de la República. Como un coche que robaron al jefe de policía de Barcelona, que después pintaron de otro color y cambiaron el número de la matrícula. Y por unos minutos no robaron el coche del presidente Manuel Azaña que se encontraba en aquel momento de visita en el santuario de Montserrat. “Parecerá un imposible que se atreviesen a robar el coche de Azaña, pero a los milicianos les importaba tanto Azaña como el peluquero de la esquina” (p. 156).

Pero vamos a tratar de los permisos que solicitaban los milicianos, que presumían a todas horas de ser ateos, al acercarse las Navidades de 1936-37. Previamente hay que recordar que la Generalitat de Cataluña, por decreto ley de 12 de diciembre de 1936, suprimió la fiesta de la Navidad y la de la Epifanía (Reyes), sustituyéndolas por la Semana del Niño (Setmana de l’Infant). Esto estaba en línea con lo que había hecho la Unión Soviética con anterioridad, suprimiendo la Navidad y las fiestas navideñas. La campaña se intensificó con más fuerza a partir de 1929/1930, acompañadas de las detenciones a los católicos –laicos y sacerdotes- que participaban en cultos clandestinos, a los que se les acusaba «de pertenecer a organizaciones fascistas y contrarrevolucionarias del clero católico» [1].

Así que las Navidades ya no existían legalmente en la zona controlada por la Generalitat de Cataluña, en la que se encontraba la Columna anarquista, aunque fueran tierras aragonesas. Dios estaba prohibido en la España republicana o roja. Sin embargo, mosén Jesús Arnal nos refiere en su libro Por qué fui secretario de Durruti, que muchos de los soldados de su Columna, se acercaban para pedirle permiso precisamente durante las fiestas Navideñas.

“Continuaba la batalla de los permisos. Cuando estábamos en la intimidad, con los de más confianza, y hablando de permisos, les decía:

-No os comprendo: Os llamáis ateos, sin religión y sin fe, y este afán de marchar con permiso por ser las Navidades. ¿Qué significación pueden tener para vosotros las Navidades?

-Mira, Jesús. Las fiestas siempre son las fiestas y ya sabes lo que decimos nosotros: “Per Nadal, cada ovella al seu corral”.

Los días pasaban tranquilos en Bujaraloz, pero se dejaba sentir mucho frío en enero de 1937” (p. 151).

Y es que en el fondo, muchos de estos milicianos guardaban un rescoldo de bondad, de fe. Como dice en otro momento mosén Jesús, “también había muchos seres humanos en el sentido estricto de la palabra, y muy humanos; casi me atrevería a decir que, en el fondo de su ser, guardaban restos de su antigua fe” (p. 125).

Ciertamente, mosén Arnal ve el lado positivo de muchos de estos milicianos, algunos de los cuales fueron amigos suyos. Entre el blanco y el negro, hay una gran variedad de grises.

[1] E. Tokareva, “La distruzione dell’organizzazione ecclesiastica in Unione Sovietica”, 88-89 en J. Mikrut, 2017.