Por razones que no necesito ni explicarles, deben de ser muchos de Vds. los que se estén preguntando a estas horas cómo tiene lugar el enterramiento de cadáveres en el ámbito islámico. Así que no estará de más que hagamos un repaso de las cosas más importantes por lo que al entierro de un buen musulmán se refiere.
 
            El Corán contiene algunas normas dispersas sobre el enterramiento de personas. Así dice:
 
            “Os hemos creado de la tierra y a ella os devolveremos, para sacaros otra vez de ella” (C. 20, 55)
 
            Y también:
 
            “Dios envió [a Caín] un cuervo que escarbó la tierra para mostrarle como esconder el cadáver de su hermano [Abel]
 
            Lo que, de entrada, quiere decir que, contrariamente a lo que ocurre entre los cristianos, en el islam es reprobable la incineración de cadáveres.
 
            El buen musulmán debe intentar que su vida termine con la pronunciación de la shahada (“No hay más Dios que Dios y Mahoma es su profeta”). De no poder, alguien debe hacerlo por él.
 
            La primera acción que requiere el enterramiento de un musulmán es el lavado del cuerpo. La ablución o lavado corporal puede ser de dos tipos: el gusl o ablución mayor, lavado de todo el cuerpo, aplicable al que ha tenido relaciones sexuales y también a los cadáveres; y el wudu, o ablución menor, que implica el lavado de boca, dientes, nariz, rostro, barba, orejas, manos y antebrazos hasta los codos, y pies hasta los tobillos, que se aplica a la impureza leve (orina, excrementos, esperma, un desmayo, tocar a una persona de otro sexo que no es pariente sin una tela interpuesta...). El gusl del cadáver lo realizan dos personas del mismo sexo del finado. En caso de imposibilidad de hallar agua para hacer la ablución en condiciones normales, se puede practicar el taiammum, mero frotado de cara y manos del fallecido.
 
            Muy importante: el cadáver de un shahid, o mártir caído en la guerra santa, no se lava.
 
            La segunda operación es el amortajado o takfin: el cuerpo es cubierto por una mortaja sin costuras, de color blanco preferentemente y de tela normal, evitando todo tipo de ornamentación. Sobre esta mortaja se pliega una segunda, y sobre ésta una tercera, procediéndose, finalmente, al atado de las mortajas mediante telas. En el caso de mujeres, se añaden una falda que cubre los muslos, una camisa larga para el torso, y un velo para la cabeza. Los orificios del cuerpo han sido previamente taponados.
 
            La tercera operación es el entierro propiamente dicho o jinaza, que en la tradición islámica, se produce lo antes posible, sin esperar, como es de rigor en los países occidentales, a que transcurra un número de horas. Comienza con una oración en la mezquita, en un espacio abierto cerca de la casa del difunto, o en el propio cementerio, realizada por el pariente más cercano o por el imam. En el islam, un imam es el que dirige la oración, algo para lo que no se necesita ni una titulación, ni un nombramiento u ordenamiento especial, como en el caso de los sacerdotes cristianos, tratándose generalmente de personas de mediana formación elegidas para el empleo por sus propios correligionarios.
 
            El cadáver, sea directamente amortajado o dentro de un féretro, es colocado transversalmente a la qibla, (llámase qibla a la orientación hacia La Meca que han de respetar mezquitas, entierros, etc.). El imam se coloca frente a la qibla, los asistentes detrás del imam, y realiza la oración recitando los cuatro takbir (“Allahu akbar”=”Dios es el más grande”), contestado cada uno de ellos con formulismos al caso. Los asistentes sentados en el suelo, levantan sus manos y rezan por el difunto.
 
            El cadáver es conducido a la tumba, acompañado por lo general de hombres, en una especie de camilla que portan sus familiares y amigos, y es enterrado directamente, sin féretro de ningún tipo, con una orientación similar a aquélla en la que se realizó la oración, a saber, transversal a la qibla, a una profundidad de metro y medio o más. Finalmente se realiza el pésame a los familiares: “Allah irhamo” (“Dios tenga misericordia de él”), a lo que éstos responden; “Allah isalmek” (“Dios te dé paz”).
 
            Por lo que hace al enterramiento de los musulmanes en el mar, no digo que no se produzca, pero yo no había oído jamás hablar de él.
 
 
 
 
 
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