Vivir para ver. El caso es que, según leo, en Estados Unidos, las productoras Larry Flynt’s Histler Video y Forsaken Pictures podrían ser multadas por no usar condones en las escenas porno de las películas que producen, según informa la importante cadena norteamericana abcNews. La multa la impone la División de seguridad y salud en el trabajo por, según se argumenta, “no proveer el adecuado equipo de protección personal, tal como condones” para proteger a sus empleados de excreciones seminales y vaginales y de sangre en la realización de videos para adultos. Y es consecuencia de una denuncia realizada por la AIDS Healthcare Foundation, asociación sin ánimo de lucro que vela por el sexo seguro en la pornografía.
 
            La multa en cuestión se basa en la misma legislación que obliga a los hospitales, por ejemplo, a proveer a las enfermeras con el equipo apropiado para evitarles la exposición ante enfermedades caracterizadas por pérdidas de sangre y otros fluidos. Y viene aderezada por el hecho, por una parte, de que, según Flynt, las audiencias no acogen favorablemente las películas porno en las que los actores usen condones; y por otra, de que el año pasado se produjo un caso de seropositividad entre los actores de porno que produjo el esperable pánico en el gremio.
 
            Por su parte, la delegada de seguridad de la División de seguridad y salud en el trabajo de California, Deborah Gold, ha declarado que el Estado inspecciona continuamente la industria del porno, y que ha tenido que citar a un buen puñado de productores por violaciones de la ley. “Está claro –afirma- que si los empelados tienen relaciones sexuales sin protección con otras personas, entonces una de dos, o se realizan mediante medios de ingeniería como la simulación, o la gente necesita utilizar condones u otras barreras”.
 
            Llama la atención en la noticia, el enfoque utilizado estrictamente relacionado con las enfermedades de transmisión sexual. Pero está claro que junto a él, aunque probablemente menos frecuente por existir otras barreras distintas de la del condón, ha de cohabitar un segundo tipo de consecuencia: los embarazos no deseados.
 
            En fin, un tema para la reflexión, fácilmente relacionable con el de la legalización o no de la prostitución, y de las medidas higiénicas a adoptar ante ella. Como digo al principio, vivir para ver.
 
 
 
 
 
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