Año del Señor 2019
11 de julio
 
Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día. 
 
ESPERANZA EN EL DESASTRE 
 
¿Recuerdas que, hace unos días, realicé una “poda intensiva” a mi bonsai? Como te comentaba entonces, antes de nada estudié a fondo la cuestión. 
 
En el manual indicaba que los primeros brotes tardan días en aparecer, y que, pase lo que pase, en la primera semana no hay que alarmarse por nada. Solo tener paciencia. 
 
Yo estaba plenamente dispuesta a ello... pero digamos que las circunstancias no acompañaron. 
 
Resulta que, al quitar las hojas, hay que respetar el rabito (pecíolo) de cada una. Así lo hice. El problema fue que, un par de días después, en un descuido, di un golpe a la maceta... ¡¡y todos los rabitos cayeron al suelo completamente secos!! 
 
He leído bastante sobre el proceso de defoliación. Y te puedo asegurar que este detalle... no aparecía en ninguno de los libros que he consultado. 
 
“¡¡Con la poda he matado al arbolito!!”, me dije mientras veía aterrada los palitos mustios. “¡Esto sí que no tiene remedio, Señor!”
 
Pero, bueno, como estábamos en “la semana de no alarmarse por nada”, decidí seguir cuidando al bonsai como siempre, a pesar de que ya solo veía ramas desnudas y corteza seca... 
 
Sin embargo, un par de días más tarde... ¡apareció! Pequeña como la cabeza de un alfiler, pero ahí estaba, brillante y rebosando vida: ¡la primera yema! 
 
Cada mañana mi bonsai despierta con yemas nuevas... ¡y ayer se abrió la primera hoja!
 
Todo esto me ha descubierto algo más del amor del Señor. Sí, porque Cristo no solo nos ama... ¡sino que nos ama con esperanza! 
 
Puede ser que nosotros, al mirarnos, nos veamos como árboles desnudos, sin grandes hojas de importancia, o con la corteza algo seca... pero nada de esto hará que Jesucristo aparte sus cuidados de ti. Él ha llenado tu interior con la savia más poderosa del mundo, su propio Espíritu. 
 
Cristo sabe que puedes llegar a dar mucho fruto. Aunque llenemos el suelo con rabitos resecos, ¡Él sigue a tu lado! ¡Jamás dejará de esperar lo mejor de ti! Y, créeme, por pequeña que sean tus hojitas, ¡cada una  ellas le dará una inmensa alegría! 
 
Hoy el reto del amor es amar con esperanza. Te invito a que esta mañana des la mano a Cristo y consideres que hoy es “el día de no alarmarse por nada”; es decir, ¡no dar a nadie por perdido! ¿Conoces a algún “amargado crónico”, o “desastre sin remedio”, o...?  ¿Y qué harás con personas así? ¿Retirarles el riego de tu cariño? Hoy, con Jesús, acércate a esa persona con una sonrisa. Sí, la esperanza requiere tiempo, pero, con amor, ¡todo árbol vuelve a florecer! ¡Feliz día! 
 
VIVE DE CRISTO
 
 
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¡Feliz día!
 
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