Ayer, en un ratito libre que me quedó en el día, volví a meterme en un uno de esos rincones mágicos de los que puede presumir esa ciudad sin límites que es Madrid y en el que acostumbro a hacerlo cada vez que tengo un momento para hacerlo, cual es el Museo Arqueológico Nacional. Un museo que, les garantizo, de haber estado en cualquier otra ciudad del orbe, sería motivo sobrado para convertir a al misma en destino privilegiado de los grandes tour-operadores mundiales. O dicho de otra manera: uno de esos museos del mundo en el que la desproporción entre su categoría y su fama –fama que, en este caso, contrariamente a lo que suele decirse, “no le precede”-, es mayor.
 
            El Museo Arqueológico de Madrid lleva mucho tiempo de reforma, un par de años quizás más. Ya saben Vds. que se halla a las espaldas de la Biblioteca Nacional en la calle Serrano en el número 13. Pues bien, mientras estas obras duran, -y mucho me temo y lamento, aunque luego lo disfrutaremos, que aún le quede para algún añito-, han tenido sus gestores la maravillosa idea de mantener abierta la exposición Tesoros del Museo Arqueológico Nacional, que recoge alguna de los más importantes piezas de su insaciable patrimonio (nada menos que 1.300.000 piezas, según parece).
 
            Si franquean Vds. sus puertas, -cosa que, por si no fuera suficiente aliciente el placer de contemplar sus impagables tesoros, mientras duren las obras harán Vds. gratuitamente-, podrán admirar, por ejemplo, su colección egipcia: ¿a que no sabían Vds. que sin salir de Madrid puede Vd. contemplar algunas de las obra maestras del arte egipcio? Así, la Estela de Taeshert, o sus dos maravillosos sarcófagos, entre ellos el de Taremetchenbastet. También su colección de vasijas griegas. Por no hablar de las mejores piezas de arte ibérico, así la Dama de Baza, la Gran Dama oferente del Cerro de los Santos, y ¡como no! uno de sus grandes tesoros, justificativos por sí solo a cualquier ciudad del mundo que tuviera el honor de albergarla, la Dama de Elche... Podrán Vds. conocer una piecita pequeña y absolutamente deliciosa como es la Dama de Ibiza, gran exponente del arte cartaginés. Así como admirar también la parte más significativa del Tesoro Guarrazar, un conjunto de coronas y de joyas del arte visigodo hallado en Guadamur; el Bote de Zamora, joya de la marfilería y del arte islámico, de la época del Califato; o el Sarcófago paleocristiano de San Justo de la Vega, tan temprano como del s. IV, en el que verán a Jesucristo retratado con look romano, como si de un césar más se tratara, con el pelo recortado y peinado y la barba perfectamente rasurada... Sólo a modo de ejemplo, porque hasta las casi trescientas piezas que se exponen... imaginen Vds. lo que me falta aún por contarles.
 
            Fundado en 1867 por Real Decreto de Isabel II, el Museo Arqueológico Nacional expone los materiales arqueológicos, etnográficos, de artes decorativas y numismáticos reunidos por los monarcas españoles en la Real Biblioteca, en el Real Gabinete de Historia Natural y en otras instituciones, y ampliado posteriormente con otras compras y colecciones. Disfruten Vds. de él, y hallen un nuevo para sentirse orgullosos de ser madrileños. Y por madrileños, españoles.
 
 
 
 
 
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