Un soplo de aire fresco viene de más allá de los Pirineos. Y ha sido una grata sorpresa, porque siempre he tenido mala opinión del cine europeo en general y del español en particular. Pero parece que algo empieza a cambiar, para bien.

En concreto, de Francia he visto recientemente tres películas. La primera fue “Bienvenidos al norte”, historia de humor con un guión simpático y original (original pero bueno, porque hay cada “originalidad”…) que no ha necesitado de sexo enlatado, ni de un vocabulario soez y callejero para hacer reír y entretener desde el principio al final. Casi sin darse uno cuenta, asiste a un film donde el matrimonio se quiere (¡y no han estado antes divorciados!), los amigos lo son de verdad y las personas están por encima de los egoísmos. Y, además, no hay ni rastro de influencia de ciertos lobbies que tanto presionan por ahí. Especialmente entretenida es la escena en la que los dos protagonistas reparten el correo en bicicleta. Esta película es la segunda más vista en Francia, solo superada por “Titanic”.

Después fue “El Concierto”. Sin tanto fondo como la anterior, y con un guión algo más flojo en mi opinión, destaca por una osadía sin igual: ridiculizar al comunismo. Y eso que lo único que hace es describirlo tal cuál es… Mafias rusas y judíos, especialmente los primeros, también se llevan algún “recadito”. Los quince últimos minutos son simplemente memorables.

Y, por último, el viernes vi “De dioses y hombres” (ampliamente premiada). Es una película dura, con final trágico, pero que relata la vida de ocho monjes que buscan con sinceridad a Dios, le rezan (al menos hay diez escenas de rezos), le escuchan y viven en medio de un mundo musulmán, pero sin ceder un ápice en su fe católica. Monjes que tienen miedo y tentaciones (quién no las tendría en su lugar), pero que le piden a Dios fuerza para superarlas y, claro, Dios se las da.

Y estas son las que yo he visto, pero hay más. En España disfrutamos hace poco del estupendo documental “La última cima”, pero, respecto a películas, creo que los franceses nos llevan la delantera.

En definitiva, ya sabemos que los buenos guionistas y directores están ahí, dispuestos a salir. Pero para eso hace falta que hagan taquilla porque, al final, si no vendes entradas no haces películas. Por eso hay que ir a verlas, para que puedan hacer más.

En Francia parece que despiertan; a ver si se animan los españoles. Estoy dispuesto a ir al cine cada vez que haga falta. Y las que vea las contaré desde aquí.

Aramis