Chase Hilgenbrinck tiene 29 años y hasta el verano del año 2008 era el flamante lateral y capitán del equipo norteamericano de fútbol del New England Revolution. Su corta pero exitosa carrera deportiva se fraguó entre los años 2004 y 2008 en los cuales estuvo jugando en equipos de primera división en Chile. Mientras crecía el entusiasmo de los aficionados en las gradas por su disciplina táctica y su amor a la camiseta, miles de fans se agolpaban a la salida de los estadios, partido tras partido, pidiéndole que dejara los campos y se hiciera actor o modelo.


Nunca hasta ahora había sido noticia por motivos extrafutbolísticos: donaba premios a causas solidarias y era un chico normal al que le gustaba tocar la guitarra, leer, estar con sus amigos y dedicar tiempo a su novia. Un cáncer repentino de su padre le hizo volver a los Estados Unidos y pronto se empezó a hablar de él como una de las futuras promesas de la selección nacional de EEUU tras jugar en varios equipos. En el verano de 2008 este joven jugador norteamericano anunció que ibava a dar un giro radical a su prometedora carrera profesional. En el mes de agosto de 2008 ingresó en el seminario para ser sacerdote católico:
 
"Después de años de discernimiento, siento profundamente que el Señor me ha llamado para convertirme en sacerdote de la Iglesia católica. Jugar profesionalmente al fútbol ha sido mi gran pasión durante mucho tiempo y me siento bendecido por haber vivido de manera exitosa este sueño. Pero mi pasión ahora es hacer la voluntad de Dios, que es querer solamente lo que Él quiere para mí. Es cierto que extrañaré el deporte pero sé que me estoy moviendo hacia algo mucho más grande". Chase cambia de botas: las de fútbol por las del servicio a las almas.
 

Con información de (con algunas ligeras adaptaciones mías).

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