Según todo apunta y como era de esperar, el referéndum celebrado para dirimir su independencia entre el 9 y el 15 de enero pasado en Sudán del Sur -nombre menos redundante de lo que podría pensarse, ya que "Sudán" podría provenir del árabe sudd, marisma-, va a dar un abrumador triunfo del sí a la misma. Y es que aunque los resultados definitivos no serán oficialmente declarados hasta el próximo 14 de febrero, los que la Comisión para el referéndum de Sudán del Sur, responsable del referéndum, va dando a conocer en su página web, con casi el 100% del voto escrutado, ha producido una apabullante victoria de la independencia, con nada menos que un 98,81% del voto a su favor.
 
            El nuevo estado, que hará el número 54 de los africanos y el 193 en la ONU, tendrá una extensión poco superior a la española, casi 620.000 kms.2, y una población que aunque difícil de estimar, podría ascender a unos 9 millones de habitantes. En Sudán del Sur se hablan como lenguas francas el inglés y un dialecto del árabe llamado juba, a los que añadir un número considerable de lenguas autóctonas: son mayoritarias el dinka (unos tres millones de parlantes) y el nuer (un millón cuatrocientos mil más o menos), aunque se hablan también el bari, el latuko, el shilluk, el azande y el pari.
 
            La presencia del cristianismo, minoritaria en Sudán –un 17% frente al 70% de la mayoría musulmana y al 12% de otras creencias animistas-, pero mayoritaria en la parte del país que se constituye en nuevo estado, Sudán del Sur, se remonta a mediados del s. VI, en que como resultado de la labor de misioneros bizantinos, se termina instaurando en el país el reino copto-cristiano monofisita de Nubia.
 
            La llegada del islam a Egipto hacia 640, apenas ocho años después de la muerte de Mahoma, que así de rápida fue la expansión árabo-islámica, reduce la presencia cristiana en la región al mínimo. Unas misiones franciscanas en el s. XVII y la colonización de los siglos XIX y XX, que ve alternarse en Sudán a belgas y franceses en un primer momento, y a los británicos más intensamente después, dan como resultado la recuperación del cristianismo en la zona, con especial concentración en la parte sur del país, y su amplísima variedad, con dos adscripciones mayoritarias, la católica y la anglicana de la Iglesia episcopal del Sudán, y un sinnúmero de adscripciones minoritarias: melquitas y maronitas en el norte, presbiterianos en las tribus nuer y chollo, ortodoxos en Jartum y, por supuesto, los cristianos de la zona, los coptos(*)..
 
            Sudán del Sur, víctima desde que en 1956 se produjo la independencia de Sudán respecto de los británicos, de dos crudelísimas guerras civiles, -una entre 1955 y 1972 y la otra entre 1983 y 2005, las cuales han dejado como triste balance dos millones y medio de muertos y cinco millones de desplazados-, viene gozando desde el año 2005 en que entró en vigor la nueva Constitución del país, de un régimen de autonomía, que no ha impedido que se produjeran episodios aislados de violencia.

            El presidente del ejecutivo sursudanés es, desde el 11 de agosto de 2005, el cristiano Salva Kiir Mayardit, reelegido en 2010, cuyo gobierno según se lee en el Informe 2010 sobre libertad religiosa emitido por Ayuda a la Iglesia necesitada, ha fomentado la armonía interreligiosa. Las ceremonias oficiales suelen comenzar con una serie de oraciones, alternándose las cristianas y las musulmanas”.
 
            Bienvenido pues, el nuevo estado sursudanés, y nuestros mejores deseos de que su irrupción en el escenario internacional represente una oportunidad para la paz y para la tranquila y sosegada práctica del cristianismo en una región donde hasta la fecha, a pesar de ser mayoritario, no ha sido posible.
 
 
            (*) ¡A esto le llamo yo diversidad, y no al paripé ese de usar traductores cuando todos hablamos la misma lengua!
 
 
 
 
 
De unas elecciones críticas para la comunidad cristiana de Sudán
De la Anunciación, fiesta común de cristianos y musulmanes en Líbano
De un hermoso ejemplo, éste sí, de diálogo íslamo-cristiano
Del dichoso Califato y el "maravilloso" diálogo interconfesional que propició