EVANGELIO

Andaban como ovejas que no tienen pastor.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 30-34

En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
Él les dijo:
«Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco».
Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer.
Se fueron en barca a solas a un lugar desierto.
Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.

Palabra del Señor.

Avisos:

(Retiros pendientes de apertura de inscripciones. Informaremos más adelante)

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Piedras de toque.

Empiezo el día con muy buenos propósitos. Según van pasando las horas, me voy encontrando con las mismas “piedras de toque”. Las piedras de toque se utilizan para conocer la pureza de una pieza de oro o plata. Según la marca que dejan sobre ella al rallarla, se sabe el grado de pureza de la joya. Fijaos ¡Qué descriptivo!

Pues eso, que me voy encontrando con las mismas “piedras de toque”, cada vez que me coge dinero sin decírmelo y en la calle me encuentro que no tengo el dinero que creía tener, cada vez que le digo de ir a ver a mis padres y me contesta que hace mucho que no vamos a ver a los suyos, cada vez que le hablo y sigue leyendo el whatsapp sin prestarme atención, etc. Son “piedras de toque” que prueban la pureza de mi corazón. Puedo expresarlo o no, pero reconozco que a veces siento rabia, o pienso mal de él/ella, o me enerva…

Al final del día, llega mi corazón con todo esto encima, a ese gran momento de la oración. Ese rato en el que el Señor nos lleva a los esposos a un lugar desierto, con Él, y trae de nuevo la calma a nuestro corazón. Me muestra mis desórdenes, me vuelve a poner las prioridades en su sitio, y devuelve la paz a mi interior. Pido perdón a mi esposo y ya estoy listo para volver a experimentar la belleza del matrimonio, que nos hace santos día a día, con esas “piedras de toque” y la ayuda del Señor.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Ana: Últimamente se respira cierta tensión en casa, caras largas, amargura... Nada de lo que digo, le parece bien y a mí tampoco me parece bien lo que dice él.
Matrimonio Tutor: ¿Y cómo quería Dios que fuera vuestro matrimonio? ¿Qué tal si le preguntáis?
(Rezando juntos Ana y Carlos, su esposo)
Ana: Señor, lo he visto claro, no podemos vivir nuestro matrimonio por nuestra cuenta. Tú eres nuestro Pastor. Ya no es lo que piensa Carlos ni lo que pienso yo. Tú Señor nos unirás en ti, en Tu intimidad.
Carlos: Señor, nosotros aspiramos a un amor más grande, enséñanos a amar. No dejaremos de seguirte, Señor. Muéstranos el camino hacia ti.
Ana: Me encanta. Ahora sí que vamos a vivir lo que Dios había pensado para nosotros. Ahora sí.

Madre,

Cuánto nos ayudas en estos momentos de oración juntos. Gracias a ti y gracias a Dios por querer estar con nosotros hasta el fin de nuestros días. Alabado sea el Señor.