La Cruz Roja británica ha prohibido la Navidad en sus 430 tiendas de recaudación de fondos. Unas tiendas cuyo «producto estrella», sobre todo en Navidad, son las tarjetas. Pero como la Navidad está vetada, ni tarjetas, ni tiendas, ni palabras relativas a esa gran celebración cristiana se pueden vender, poner o decir.
 
¿El motivo? El mismo que en 2008 dio el ayuntamiento de Oxford para abolir este festejo arraigado en la cultura occidental –y no sólo–: no lastimar a los que no la festejan, especialmente a los musulmanes.
 
Las tarjetas pueden hacer referencias a saludos y expresar buenos deseos, pero no vincular, ni siquiera indirectamente, con la Navidad. Las imágenes alusivas están prohibidas. Y si están prohibidas las imágenes, es «comprensible» que también lo estén los árboles de Navidad, los nacimientos y cualquier adorno directamente relacionado con el festejado de diciembre: Jesucristo (excepto oropeles y nieve artificial).
 
Los responsables de la Cruz Roja en Gran Bretaña han argumentado, según señala el Daily Mail, que no quieren «dañar la reputación» de esa organización. Como se sabe, el logotipo de la organización alude a sus principios fundacionales que son de inspiración cristiana. La contradicción de fondo invita a pensar en el tipo de «reputación» que quieren proteger renunciando a sus orígenes.
 
Ya en 2005 la Cruz Roja internacional introdujo un nuevo distintito, el cristal rojo, para no «lastimar» a quienes no profesan el cristianismo y son atendidos por esa organización.