Menudo bullicio y juegos. Restos de briznas de hierba y heno. Parpadean algunas luces, otras no. Centelleo. Luces de colores y la estrella con su cabellera de plata. Como el río, donde se afana una mujer que lava, y la natación de una familia de patos, blancos como la nieve de corcho. Allá arriba el molino, y una vaca a la que ordeña una muchacha, y un grupo de pastores -son cinco- alrededor de una hoguera que arde muy roja. Les acompaña el rumor de unos ángeles y unos cántaros y lo que cuentan las historias que pasan de padres a hijos. No muy lejos unas casas de cartón y barro, con esas sencillas cortinas de trapo. Esas casas que se encienden, como se enciende el alma, contemplando. Los Reyes Magos caminan despacio y callados, con sus túnicas y turbantes y coronas, con los rostros radiantes y sabios, en una comitiva donde se ha quedado rezagado un camello. ¡Cuántos brillos de almas y de luces! Deambulan las gallinas y una gran variedad de ovejas, que se caen o se ponen a jugar con los primeros niños que encuentran. Los pastores no les quitan ojo. Y las toman en brazos o se las suben a los hombros. Yo rezo, espectador de todo esto. Y miro las dos palmeras y un pozo. Y pienso en el nombre de Jesús, y en el significado de lo que va a ocurrir dentro de unos días. Soy testigo de la vida de hombres y de mujeres, que en medio de sus labores acogerán a Dios. No pocos lo dejarán todo para ir a verle. Dios llama, urge. En la cueva, engalanada de pobreza, está María, que se ocupa de preparar las cosas, de acondicionar su corazón y el nuestro. José va y viene, preocupado… Supongo intenta conseguir algo de comida y unas mantas. Curiosos se acercan niños y mayores. Y yo, que no dejo de mirar a unos y a otros. ¿Puedo ayudar en algo? Hay una luz naranja ahí dentro, y un buey y una mula. Aprendo. Son personas humildes las que merodean, las que primero intuyen que Dios está cerca. Y hablan con espontaneidad, con inocencia. María sonríe y no se queja. ¿Qué sería del hombre sin Belén? ¿Qué sería de mí sin estas figuras que me revelan el amor de Dios? El nacimiento es representación de la misericordia divina. Hontanar y principio. Salvación. Y un lugar donde encontrar la paz del corazón, que andaba perdida.