“Creo en la trasmigración de las almas entre los seres humanos, plantas, animales y espíritus”. Así se expresa el director tailandés, de nombre impronunciable, galardonado con la palma de oro en el Festival de Cannes por su cinta “Uncle Boonmee”. Acudí a verla, ante el reclamo del importante premio. Sinceramente manifiesto mi decepción... He de decir que buena parte de la cinta se hace insufrible por lo pesada y rara. Comprobé que algunos espectadores no aguantaron y abandonaron la sala aburridos. No entro a discutir sus valores estéticos o cinematográficos, tarea de los críticos profesionales. La verdad es que, en conjunto, resulta un tostón mayúsculo. Tanto el tema como su desarrollo, son totalmente ajenos a la mentalidad occidental y cuesta comprender qué ha movido al Jurado a conceder este galardón.

Por poca formación religiosa que tenga el espectador europeo, la generalidad sabe que la doctrina de la reencarnación, propia de las religiones orientales, ni es conocida y menos aceptada. Por supuesto que nada tiene que ver con la enseñanza cristiana de la resurrección de la carne por la omnipotencia divina..Si esto ya resulta difícil de asumir, cuanto más unas creencias foráneas, irreales y sin arraigo alguno de fe ni de experiencia. Creo que al espectador poco formado le servirá su visión sólo para aumentar el confusionismo o cacao mental que exista en su mente. No pierden gran cosa en retraerse y dejar de verla.