No sé si a ti te pasa también que a veces no te gusta tu forma de ser y querrías ser distinto, que te olvidas de lo muchísimo que Cristo te ama tal y como eres.

Tengo casi 47 años y si me exprimieran como a un limón saldría lo que tengo dentro desde que me recuerdo a mí misma; la esencia no ha cambiado, si acaso he aprendido a utilizarla y no mucho, no te creas.

Me gusta gustarle a todo el mundo y que todo el mundo me quiera, me aprecie y me trate bien; no caerle mal a nadie y que nadie me caiga mal a mí; que nadie me hable mal ni me lance puyas para no saltar yo en un acto reflejo del que luego me arrepiento; que  no haya roces, conflictos ni discusiones, en definitiva lo que me gustaría es un mundo de princesas Disney. 

Pero Guada, esto es el mundo real.

Y es que soy muy sensible, muy sentida, muy empática. Llevo “mejor” sufrir yo que ver sufrir a otros, sobre todo si son mi familia o alguien a quien quiero o aprecio o que no tiene la culpa de lo que le está pasando.

Las malas maneras –o lo que a mí me lo parecen- me hacen daño, a veces hasta me hacen llorar. Con la gente a la que amo no sé ser indiferente, no sé alejarme o me resulta difícil: me acuerdo de cumpleaños, aniversarios, exámenes, entrevistas de trabajo, citas médicas, eventos,etc. Para no llamarlas y preguntar qué tal ha ido tengo que hacer un esfuerzo.

Una cosa que llevo años aprendiendo a fuerza de estrellarme es que he querido a gente que no sentía lo mismo que yo. Me he entregado, me he implicado, he estado pendiente, he sufrido y he gozado con las cosas de personas a las que di mi cariño y mi amistad creyendo que el sentimiento era recíproco y… me salieron rana. Esto me lleva pasando desde los 6 años y la última experiencia fue hace menos de 1 mes en un encuentro en el garaje.

También he querido a gente que me hacía daño. Al principio no me daba cuenta porque, ¿cómo te va a hacer daño esa persona? Y cuando lo fui viendo porque ya era imposible no verlo, el suelo se abrió bajo mis pies, el aire huyó de mis pulmones y el tiempo se paró. ¡Dios santo! Ocurre en un instante el darte cuenta de que esa persona te hace daño. Y duele un… un montón, también físicamente. Además es un descubrimiento en solitario que te deja en shock, tardas en asimilarlo porque no te lo crees. Y después viene el cambio de actitud, que es muy difícil y muy lento porque no te lo crees y porque tu corazón no puede dejar de sentir en un instante lo que ha sentido durante años.

En esto del aprendizaje progreso adecuadamente. La última experiencia que tuve de cariño unidireccional me sorprendió pero supe encajarla. La persona en cuestión tenía cáncer desde hacía 18 meses, la habían operando y no me lo había contado. Me sentí fatal por ella y su familia y por no haber estado para ellos. Pero me di cuenta de que si no me lo había contado era porque no me consideraba de su círculo íntimo. ¡ZAS en toda la boca!

Y me puse en el sitio que esa persona me daba: a distancia pero a la vista, si te veo me paro 5 minutos y nos ponemos al día, hasta nos fumamos un cigarro pero hasta ahí.

No me enfadé ni la llamé todos los días 80 veces durante 1 semana ni le peté el WhatsApp con reproches. Lo encajé, lo respeté y seguí con mi vida sin retirarle la palabra ni mi afecto, pero sabiendo quedarme donde esa persona me quiere.

Esto me ha pasado muchas veces en mi vida porque no sé juzgar a las personas ni para bien ni para mal, lo mismo puedo poner en un pedestal a un idiota como guillotinar a una persona encantadora.

También me pasa con algunas personas que no siento hacia ellas lo mismo que ellas hacia mí y entonces son ellas las que se sienten no correspondidas, sienten cierto desamor. Y cuando se lo explico y me voy distanciando algunas lo llevan mal. No lo entienden, no respetan mis sentimientos, se enfadan, se ponen maleducadas y me llaman 80 veces al día durante 1 semana y como no contesto me petan el WhatsApp con reproches.

Lo que más me sigue costando es distanciarme de gente a la que he querido pero que me hace daño. Y si además no lo entienden es más fatigoso. Pero una gana en salud mental y física y sobre todo en autoestima. Aunque dejes de caerles bien yt e hablen mal y te lancen puyas y todo eso.

Esto que voy a decir ahora puede parecer una debilidad y yo misma me digo “es que eres tonta, siempre igual”, pero prefiero ser así y pasar un mal rato antes que ser fría, arisca y brusca y no experimentar estos sentimientos que llenan mi corazón de calidez.

Siempre acabo teniendo buenos deseos hacia esas personas que conscientemente o no me hacen daño. Con algunas tardo mucho pero sí, hasta con el vecino idiota del 5º que no me saluda ni aunque nos choquemos: puedo pasarme 10 minutos despellejándole por dentro pero acabo deseando que sea feliz.

Hace poco leí no sé dónde estas palabras:

“Bendigo a todas las personas que me molestan, que me desagradan, que me cansan, que me perturban, que me interrumpen. Las bendigo para que sean cada día más bellas y santas, para que reflejen tu amor y tu hermosura.” A todos los vecinos idiotas del 5º también.

Y es que soy así y así es como soy. Y le pregunto muchas veces a Dios: “¿y por qué me has hecho así, vamos a ver?”. Y todas las veces Él me responde, porque sabe que me encanta que me hable con música, trayéndome a la cabeza esta canción:

 

 DIOS TE HIZO TAN BIEN (MAURICIO ALEN)

Dios te hizo tan bien
No se equivocó
Eres solo el reflejo de un trabajo bien hecho
Un retrato de amor

Dios te hizo tan bien
Contigo no descansó
Y es que aunque pasen los años, horas, meses y días
Tú te pones mejor

Dios te hizo tan bien
Contigo no escatimó
Y es que todo lo bueno y más hermoso del mundo
Está en tu corazón

Cuando Dios pensó en ti
No hizo más que sonreír
E hizo un tatuaje de tu nombre en su mano

Cuando Dios pensó en ti
Dijo "La haré igual a mí"
Será la niña que alumbre estos faros

Y dijo Dios
Que todo estaba bien
Todo estaba muy bien
Y dijo Dios
Que todo estaba bien
Todo estaba muy bien

Dios te hizo tan bien
Todo detalle cuidó
Y es que cada milímetro en tu cuerpo
Fue calculado por Dios

Dios te hizo tan bien
Y a la Tierra te mandó
Has sido el regalo perfecto
No hay casualidad no, no, no

Cuando Dios pensó en ti
No hizo más que sonreír
E hizo un tatuaje de tu nombre en su mano.

Cuando Dios pensó en ti
Dijo "La haré igual a mí"
Será la niña que alumbre estos faros

Y dijo Dios
Que todo estaba bien
Todo estaba muy bien

Y dijo Dios
Que todo estaba bien
Todo estaba muy bien

Y dijo mi Dios
Que todo estaba bien
Todo estaba muy bien

Y dijo Dios
Que todo estaba bien
Todo estaba muy bien

 

Si te pasa a veces que te gustaría ser de otra forma, que no te gusta tu forma de ser porque eres muy blando y siempre acabas igual, acuérdate de que Dios te pensó tal y como eres desde antes de la creación del mundo. Abrázate, quiérete mucho y dile: