Sr. Zapatero: No sé si lo que ha dicho en Cataluña hace unos días, lo habrá dicho con motivo de la campaña electoral o si lo ha dicho en serio.

Procure tener prudencia al hablar. No está bien que un Presidente del Gobierno diga ciertas cosas, aunque sea en un mitin. Aunque no creo que ni Rajoy ni Durán pretendan poner el parlamento al servicio de la Iglesia, ni que quieran que se hagan las leyes que quiere el Papa. Pero no entro en esta cuestión; es cosa de Uds.

A lo que quiero referirme es a lo que acaba de decir en cuanto a comprometerse a hacer «las leyes que quiere el parlamento» porque «la mayoría quiere ser libre y que nadie les imponga una moral, ya lo hicieron durante décadas». ¿Le parece que reflexionemos un poco sobre ello?

Más que referirme a Ud, puesto que creo saber cómo piensa de la Iglesia y de su moral, me voy a referir a sus colaboradores que se dicen católicos, aunque lo sean sólo de nombre; en momentos importantes para el país, a pesar de estar bautizados, prácticamente han renegado de su fe.

Lo que Ud. dice en cuanto a comprometerse a hacer «las leyes que quiere el Parlamento» es lógico que lo diga, porque es su deber hacerlas. Pero cuando dice que “la mayoría quiere ser libre y que nadie les imponga una moral”, no creo que todo el mundo lo entienda correctamente.

Es lógico que todos, no sólo la mayoría, queramos ser libres. Pero no sé si Ud. les quita la libertad del voto a los suyos, ya que en ocasiones muy importantes les impone la disciplina de voto y supongo que los de su partido también querrán ser libres. Porque en algunas ocasiones, por ejemplo, en el caso del aborto (y lo cito por lo gravísimo que es suprimir la vida de un ser humano inocente e indefenso), llama la atención que todos los miembros de su partido hayan aprobado libremente la ley sobre el aborto, a no ser que hayan renunciado a ser católicos; porque está muy claro en el magisterio de la Iglesia, que todos los católicos debemos aceptar, que el aborto y el infanticidio son crímenes abominables (lo dice el Concilio con esas mismas palabras).

¿Es Ud. consciente de que lo que han aprobado en esa ley va contra el derecho natural, y de que la vida es el primer derecho a tutelar por el Estado y por los particulares? Después de una ley como ésta, ¿con qué cara pueden hablar de crímenes contra la humanidad cuando Uds. están autorizando por ley una matanza indiscriminada de seres humanos inocentes e indefensos?

Quiero referirme ahora especialmente a los parlamentarios católicos que la han aprobado en el parlamento. Y les digo: ¿Qué clase de católicos sois? ¿No os da vergüenza haberla aprobado? ¿Con qué argumentos defendéis vuestra actitud? ¿No habéis tenido agallas para oponeros a ella votando en contra? Algunos os habéis molestado cuando he comparado el aborto a los campos de concentración. Me reafirmo en la comparación y además, creo que el aborto es todavía peor, por tratarse siempre de seres inocentes e indefensos. No hace mucho, en China, empleando la violencia física,

hicieron abortar a una madre con una gestación muy avanzada, y que no quería de ninguna manera. Seguro que si habéis sido capaces de votar esta ley, seríais capaces de aprobar este hecho si os lo presentase a votación vuestro jefe. Porque no hay mucha diferencia entre un caso y otro.

Pero hay más; hoy mismo leo que se reforma el código penal y que los principales beneficiarios de la reforma del artículo 337 del Código Penal serán los animales. La modificación, que entrará en vigor el próximo 22 de diciembre, significará un aumento de un 300 por ciento de los procedimientos judiciales por maltrato animal. En consecuencia, «incrementarán también las condenas por este delito, con penas de prisión de tres meses a un año».

Me parece muy bien que se castigue el maltratar a un animal. Lo que no me parece bien es que se permita legalmente, no ya maltratar, sino eliminar a seres humanos. Me pregunto: Ubinam gentium sumus. Lo entienden ¿no?

Volviendo al Papa, no quiere dirigir la legislación de nuestro país ni de ningún otro. Lo que quiere – y es su derecho y su deber -- es orientar y animar a los católicos a que tengan en cuenta la moral de la Iglesia y que la sigan. ¿Es que no puede hacerlo?

El Papa también nos quiere libres. Pero una cosa es querer ser libres y otra, que lo seamos. ¿No estarán Uds, Sr. Zapatero y señores parlamentarios, confundiendo la libertad con el bien? Porque, Señor Zapatero, ha privado a los suyos del derecho a ejercer la libertad. Y los suyos han cedido, no sé por qué motivos, a actuar en contra de su conciencia porque seguro que a muchos les habrá repugnado hacerlo. No sé si después de la votación, al llegar a sus casas, se habrán atrevido a mirar a los ojos a sus hijos pequeños. ¿Habrán cedido por intereses creados? No sé hasta dónde habrán podido llegar.

Porque me llama la atención que ni siquiera sabiendo que la ciencia dice que lo que hay en el seno de la madre gestante es un ser humano, hayan aprobado esa ley del aborto o, como dicen Uds, de la interrupción voluntaria del embarazo; ya que suena mejor que llamarlo crimen abominable, como lo hace el Concilio, siendo doctrina clara de la Iglesia a la que pertenecéis.

Parece mentira que personas tan inteligentes como las hay en las cámaras, no hayan sido capaces de reconocer que el Estado no es dueño de la vida de nadie y que, por tanto, no puede arrogarse la facultad de conceder, incluso a menores, el derecho que ni siquiera el Estado tiene, de asesinar a su propio hijo. El hombre es anterior al Estado y el Estado tiene, como primera obligación, defender la vida de todos, no el derecho de suprimir vidas a placer.

Y no quiero entrar ahora en las razones que emplean para que las mujeres puedan abortar: que si la madre es dueña de su cuerpo, que es libre, que no tiene que soportar la carga de un hijo, que si no ha de dar cuenta a nadie, que si lo que hay en su vientre no es un ser humano sino un ser vivo… Y me pregunto yo, como dije en otra ocasión, ¿será un cabritillo? Y de lo único de que no hablan es del hijo. ¿Con que busca el bien común, Sr. Zapatero?

Como creyente les digo a creyentes y no creyentes: Ya darán cuenta a Dios cuando se presenten ante Él, de lo que han hecho y de lo que siguen haciendo.

José Gea