Lo primero Dios. Y lo segundo y lo tercero... Lo primero es dar la bienvenida a Dios. A este día en el que seguramente no va a ocurrir nada en especial. ¿O sí, quién lo sabe? Pues eso, ofrecerle todo. Lo previsto y lo imprevisto. Lo que guste y lo que no. Lo primero Dios, Sus preocupaciones, Su infinito dolor. ¿Qué alegría podría procurarle yo? ¿Qué? Lo repito y vuelvo a repetir: "Tuyo soy, para Ti nací, dispón Señor de mí". Suyo, para Él. Todo lo mío, todo lo que hago o pienso. Para que Su Amor sea lo que me salve de tanta ruina. ¿Qué le puedo ofrecer? Nada del otro mundo, nada excepcional. ¿A que no? Levantarme en punto, el orden de la ropa y de los bolígrafos, la lectura de ese libro o la sencilla jaculatoria de un beso. Eso y no juzgar a nadie, y comentar las noticias con Él. A Dios le preocupa todo lo que sale en la prensa, sean inmigrantes o parados, los que sufren la violencia y la ignominia, los accidentes, la política... ¿Y verdad que Te aflige Dios mío la parsimonia de mi fe? ¿Qué puedo hacer yo? Es la pregunta de siempre, la retórica pregunta para quedarme como estoy. Tras ella la pereza y el descuido y la molicie. ¿Qué puedo hacer? Todo. Lo puedo todo si cuento con Él, con Dios, que espera mi iniciativa de amor, mi oración, mi entrega. Eso tan pequeño que soy es lo que espera. Y que se lo diga. Eso es la oración: el corazón que conversa, que más que pedir se da y se interesa por Dios, por el Amado. Y Le hablas y Le amas durante el día. Tu vida debería ser ese diálogo, esa oración continua. A cualquier hora. En el ordenador o comiendo o de visita; en la iglesia, en la calle o en tu propia casa. Siempre pendiente de la Voluntad de Dios, de Su querer, de Su Presencia. Porque desea ser nuestro confidente, saber de nosotros de primera mano. Le importa todo lo nuestro. Los nervios, la pena, la inquietud, las ilusiones. "Dios mío, ¿qué Te parece esto? ¿Tú que harías en esta tesitura?". Contarle, cantarle. Entonar el alma, hacerle partícipe de lo más entrañable, de lo más personal. Sí, desde luego, lo primero Dios. Y si me olvido empezar de nuevo. "Aquí estoy, pues mira Te cuento".