Más de treinta firmas dan la bienvenida al Papa Benedicto XVI por su visita a Barcelona en un manifiesto publicado en el diario italiano Corriere della Sera. Entre los firmantes, aparece el ex presidente de la Generalidad Jorge Pujol; los alcaldes de Lérida y Tarragona, los socialistas Ángel Ros y José Félix Ballesteros; el presidente de CiU, Arturo Mas; el líder de UDC, José Antonio Durán; el presidente honorario de ERC, Jorge Carbonell; el líder de CiU en el Ayuntamiento de Barcelona, Javier Trias; el presidente del CAC, José María Carbonell y, supongo que contentos en tan grata compañía, los abades de Montserrat y Poblet…

Las posiciones de buena parte de estos personajes en cuestiones relacionadas con la moral y la doctrina católica son conocidas de todos y en nada coinciden con las enseñanzas de la Iglesia ni del propio Benedicto XVI. Una de las organizaciones más interesada en politizar la próxima visita del Papa a Barcelona es CiU. Su dirigente, Arturo Mas, no ha tenido empacho en advertir que el Santo Padre tiene que ser consciente de que acude a una nación y no a una region meridional mediterránea sin personalidad. Unas declaraciones que hizo, según dijo, como “cristiano”.Seguramente, también como "cristiano" votó un Estatuto que reconoce el "matrimonio" entre homosexuales
y abre el camino a la eutanasia y la poligamia.

Es bien conocido el respaldo de obispos como
Sistach y Vives a las tesis más radicales del nacionalismo parasitario. También son recordados avales como el de Iceta a la ideología nacionalista. Hay obispo, como el de Lérida, que se niega a cumplir las disposiciones de la Santa Sede en lo que a la devolución de sus bienes a la diócesis de Barbastro-Monzón se refiere.

A la torpe complacencia de estos eclesiásticos se suman ahora las voces de políticos, clérigos de segunda fila y faranduleros varios que vienen a echarle en cara a Benedicto XVI la presunta “conciencia de nación” que ellos atribuyen a la región española.

Escucharemos con mucha atención las palabras de Benedicto XVI en Barcelona. Sin olvidar que viene a visitar una de las regiones más descristianizadas de España como consecuencia de la autodemolición programa desde las instancias del clero nacionalista. Y esperaremos —quiera Dios que no sea, una vez más, en vano— una respuesta. Y no solo con palabras, sino con hechos.
 
La verdad es que los del manifiesto se lo han puesto fácil al Papa. Me apunto a la idea que acaba de lanzar César Vidal: lo mejor que podía hacer era entrar en Barcelona con el látigo en la mano como Jesús en el templo de Jerusalén. Y eso que aquellos mercaderes, a mi juicio, merecían menos la expulsión que los políticos y jerarcas catalanes.

Y si no lo piensa hacer... sinceramente, con bienvenidas así, yo me quedaba en casa...

Postdata: Y no me digan que el nacionalismo eclesiástico se soluciona promoviendo a candidatos más o menos neutrales. No basta con ser no-nacionalista. Hay que combatir positivamente a esa ideología totalitaria, también desde las cátedras episcopales. Cosa que hasta ahora no se ha visto, ni en Vascongadas ni en Cataluña