La asociación Voces contra el terrorismo Verde esperanza presidida por Francisco José Alcaraz, me pide -y yo con sumo placer lo hago- dar divulgación al siguiente comunicado realizado por Encarnación Carrillo, viuda de Manuel Indiano, asesinado por Francisco Javier Makazaga Asurmendi, alias Txema, miembro de la banda terrorista ETA que está siendo juzgado estos días.
 
            Manuel Indiano, panadero y concejal del Partido Popular en Zumárraga (Guipúzcoa) fue asesinado el 29 de agosto de 2000 en su propio negocio por un grupo de tres facinerosos, entre los cuales el que hoy es juzgado en la Audiencia Nacional.
 
            Dice el comunicado de su viuda lo siguiente:
 
            “Hoy tras haber quedado visto para sentencia la Vista Oral en la que se enjuicia a Francisco Javier Makazaga Asurmendi, uno de los asesinos de mi marido, me dirijo a los medios de comunicación que me quieran dar voz para decir públicamente lo que me dicta mi corazón:
 
            Tras 10 años del asesinato de mi marido Manuel Indiano, hoy la justicia ha sentado en el banquillo a uno de sus asesinos, a los cuales digo alto y claro que nunca les perdonaré el asesinato de Manuel, como tampoco el dolor y daño causado a mi familia y a mi misma como consecuencia de tan vil asesinato.
 
            Pido a los jueces que caiga sobre este asesino todo el peso de la Ley, ya que a mi marido lo asesinaron a traición sin darle la oportunidad de defenderse, ellos se benefician de nuestra democracia, hoy tienen un juicio justo. Por eso no se les debe de conceder ninguna clemencia.
 
            Pido al Gobierno que en nombre de mi marido no se cede al chantaje de los terroristas, a Manuel lo asesinaron por defender España, y el gobierno de su país no puede ni debe mancillar su memoria trapicheando con sus asesinos.
 
            Pido a Instituciones Penitenciarias que no apliquen ningún privilegio a este asesino, bastantes beneficios a los terroristas, hemos tenido que soportar las víctimas del terrorismo.
 
            Pido al Ministro de Interior que este asesino cumpla condena en la cárcel más lejana al País Vasco, no me importa que los familiares de este asesino tengan que hacer cientos de kilómetros para ver a su hijo, ellos lo verán con vida, mi hija y yo hacemos también cientos de kilómetros para poner flores en una tumba, espero no tener que ver al Ministro diciendo que este terrorista no es de ETA como lo ha hecho este verano con otros compañeros de pistolas del asesino de mi marido”.
 
            Hago mías sus palabras. Y me alegro de que las víctimas se encuentren por fin, en una posición de seguridad en sí mismas como para pedir lo que pide esta pobre viuda, justicia y nada más que justicia. Lejanos, gracias a Dios, los tiempos en los que, ante el acoso de la prensa y de la sociedad en general, una sociedad que miraba vergonzosa y desvergonzadamente para otro lado, apenas tenían fuerzas para pedir que el asesinato de su padre, su hijo, su marido, su hermano, fuera el último, sin fuerzas ni para osar clamar justicia.
 


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