Más allá de lo que cada quien opine del pensamiento feminista radical, nada que ver con aquél al que decidí adscribirme, ya que es profundamente contrario a los intereses y al beneficio de las mujeres, por mucho que se empeñen en afirmar lo contrario, hay hechos que no dejan lugar a dudas.

A principios de este mes de octubre tuvo lugar en Paraná, Argentina, el XXV Encuentro Nacional de Mujeres. Su Comisión Organizadora aseguraba con contundencia, en un comunicado de presentación, que la cita serviría "para encontrarnos miles de mujeres con padecimientos similares; para fortalecernos con experiencias heroicas que nos alumbran el camino; para contagiarnos de ganas de luchar y transformar esta realidad: les abrimos las puertas para que el Encuentro seamos todas. ¡LAS ESPERAMOS CON LOS BRAZOS ABIERTOS!".

Así, con mayúsculas bien gordas para que no quedaran dudas.

Pues bien. Yo me callo. Cierro el pico, para que lo vean por sí mismos, pero advierto: lo de los brazos abiertos, al menos para las católicas, no era una acto de bienvenida, sino más bien la metáfora de la postura que adoptan algunos grandes mamíferos para atacar a sus presas. Espero que no actúen de la misma forma el próximo23 de octubre en Sevilla, cuando miles de españoles nos congreguemos para protestar por el akelarre de los magnates de la Industria abortista mundial.