Lejos de la patria querida, releo con deleite la noticia que incumbe a ese monstruo del coraje y gran jugador de fútbol, no en balde uno de los grandes protagonistas del logro maravilloso que fue el Campeonato Mundial de Fútbol de Sudáfrica, que es el andaluz y por ello español Sergio Ramos. Como Vds. sabrán mejor que yo, a un periodista que en rueda de prensa en Salamanca le pidió a su compañero Piqué que respondiera a su pregunta en catalán, Sergio que compartía con él la mesa, le espetó: “Si quieres te respondo en andaluz a ver si lo entiendes, porque veo que el castellano lo entiendes poco”. (Vea aquí el video si lo desea)
 
            ¡Bravo, Sergio, bravo, bravo y bravo!
 
            Hacen falta más gestos de valentía como el tuyo, porque en personas como tú, amigo Sergio, se miran muchos españoles. Y ahora no se te ocurra pedir disculpas a nadie, ni matizar tus palabras, porque fueron perfectamente adecuadas, ponderadas, ajustadas y educadas. Las disculpas no las debes tú. Las disculpas te las deben a ti, dado que un perfecto mal educado que sabía hablar tu lengua, -y por más que le pese, la suya también-, tanto mejor que habla aquélla en la que formuló su pregunta y en la que pidió ser respondido, se comportó de manera inadecuada y descortés, pidiendo una respuesta en una lengua que no estaba llamado a entender –si no fuera porque para desgracia de algunos catalanes, no digo de todos, se parece demasiado al castellano- la mayoría de los presentes, y que sólo utilizó en tono reivindicativo y de lucha, -algo que es, lamentablemente, para lo que actualmente se utiliza machaconamente la hermosa, fecunda y dignísima lengua catalana-, y buscando cualquier cosa menos aquello para lo que nacieron las lenguas, a saber, la comunicación y el entendimiento de las personas.
 
            No soy anticatalán, huelga decirlo, no lo soy porque serlo es lo mismo que ser antiespañol, algo de lo que no me puede acusar nadie que me conozca. No estoy contra la lengua catalana, que me parece, como el gallego, como el vascuence, como la Alhambra, como el Escorial, como el Valle de los Caídos, como los toros, como el flamenco, como el derecho internacional, como la Reconquista, como la defensa de Europa ante el Turco, como la Evangelización de América, una más de las grandes aportaciones del inacabable y fecundo patrimonio cultural hispánico a la historia y a la cultura mundiales, algo que, además, nos enriquece y nos convierte en el mundo en lo que somos, españoles, título en modo alguno baladí.
 
            Sí estoy cansado, y como yo tantos españoles por no decir la auténtica mayoría, aunque algunos callen por cobardía y la mayoría por evitar portar el sambenito de la época, la “F” de facha en la camisa, de cuantos usan dicho tesoro del patrimonio español como instrumento de lucha y de diferenciación, cuando, como cualquier lengua, el catalán debería ser todo lo contrario, a saber vehículo de entendimiento y comunicación para la consecución de grandes objetivos distintos de la segregación, la desigualdad, el ventajismo y el aprovincionamiento.
 
 
 
 
 
Del orgullo de ser español en Cataluña
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De lo que lamentablemente sí ha ocurrido en Cataluña (I)