Para Mariapi

Escucho las profecías. Reveladas
en distintos pormenores de la Historia
y en los más nimios sucesos de mi vida.
Se avecinan días muy duros
si el corazón del hombre no cambia. Tinieblas
espesas como las blasfemias más negras
cubrirán la tierra.

¡Terrible, terrible! Ya hieden las almas
y el amor agoniza.

Pero no todo está perdido.
Yo dirijo mi silencio
a un lugar entre montañas.
Peregrino entre los peregrinos,
camino de una esperanza
virgen. Azul y blanca.