El arzobispo de Santiago de Chile, Ricardo Ezzati, explicó este viernes ante los medios de comunicación que la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe ha encontrado probado al menos un caso de abusos sexuales a menores por parte del sacerdote Fernando Karadima, de 80 años.

Contra él existen cinco denuncias que se han hecho públicas. El periodista Juan Carlos Cruz, el médico James Hamilton, el abogado Fernando Battle, el filósofo Juan Murillo y el ex seminarista Luis Lira acusaron a Karadima de esos cargos cuando eran adolescentes y estaban bajo su guía espiritual en la parroquia de El Bosque.

A sus retiros acuden desde los años ochenta numerosos religiosos, sacerdotes y fieles. El padre Karadima controlaba la Unión Sacerdotal del Sagrado Corazón, y desde el verano de 2010 comenzaron a conocerse casos de abusos y de desvío de fondos de la parroquia para acallarlos.

El decreto del Vaticano establece que «en consideración de la edad y del estado de salud del Rvdo. Fernando Karadima Fariña, se considera oportuno imponer al inculpado de retirarse a una vida de oración y de penitencia» y «evitar absolutamente el contacto con sus ex parroquianos o con miembros de la Unión Sacerdotal o con personas que se hayan dirigido espiritualmente con él», así como una «pena expiatoria de prohibición perpetua del ejercicio público de cualquier acto de ministerio, en particular de la confesión y de la dirección espiritual de toda categoría de personas».

El caso Karadima ha conmocionado a la Iglesia chilena en los últimos meses, pues su dirección espiritual no sólo había alcanzado a miles de feligreses, sino a multitud de sacerdotes. Nada más conocerse las primeras imputaciones contra el sacerdote, diez párrocos hicieron una manifestación pública de alejamiento de él al considerar los cargos «verosímiles».

El padre Karadima ha insistido en su inocencia y apelará al Vaticano. Actualmente reside en el convento de las Siervas de Jesús de la Caridad, en Santiago. Según monseñor Ezzati, cuando le entregó, a mediados de enero, el decreto de la Santa Sede, la reacción de Karadima fue de «mucha sorpresa» y de «meditación profunda».