Miles de personas
El rechazo al matrimonio gay y aborto une a las confesiones en una gran manifestación en Brasil
La manifestación, convocada en favor de la "libertad religiosa y la vida", congregó a unas 40.000 personas de diversas creencias arropadas bajo las mismas consignas.
Una multitudinaria manifestación contra el aborto y el matrimonio homosexual ocupó el miércoles la zona central de Brasilia y unió a evangélicos, católicos y fieles de otras religiones en defensa de lo que todos calificaron como "familia tradicional".
La manifestación, convocada en favor de la "libertad religiosa y la vida", congregó a unas 40.000 personas de diversas creencias arropadas bajo las mismas consignas en un marco festivo, que incluyó la presentación de cantantes de música religiosa, que en Brasil proliferan y venden sus discos como rosquillas.
El acto fue convocado por organizaciones evangélicas, una de las religiones que más se han expandido en el país en los últimos años, y contó con la adhesión de miembros de otros credos que coinciden en su rechazo al aborto, prohibido en Brasil con algunas salvedades, y el casamiento homosexual.
El pastor Silas Malafaia, uno de los organizadores, dijo que uno de los objetivos de la protesta era la decisión del pasado 14 de mayo del Consejo Nacional de Justicia de legalizar el casamiento homosexual, pese a que el Congreso no ha legislado sobre el asunto.
Hasta esa fecha, en Brasil sólo se contemplaba la figura de la "unión estable" entre homosexuales, en la que sus miembros son considerados "solteros" y tienen limitaciones en cuanto a herencias y otras garantías reservadas a los matrimonios heterosexuales.
Los manifestantes recorrieron la céntrica Explanada de los Ministerios, una amplia avenida de la capital en la que se ubican todos los edificios del poder público, y se concentraron finalmente frente al Congreso nacional, donde la multitud tuvo un momento de euforia.
Fue cuando se anunció que una comisión parlamentaria aprobó hoy un proyecto de ley que plantea normas para inducir a una mujer que fue víctima de una violación a tener a su hijo y no recurrir al aborto, que la ley brasileña sólo contempla en casos de violencia sexual o cuando el embarazo pone en riesgo la vida de la madre.
El proyecto propone que una mujer que quede embarazada por una violación reciba ayuda psicológica, una pensión equivalente a un salario mínimo por mes y otros beneficios, como ayuda oficial para identificar al padre y obligarlo a que responda económicamente por su hijo.
Como única condición para esas ayudas, el proyecto establece que la mujer debe renunciar a la posibilidad del aborto y dar a luz a su hijo.
Esa iniciativa, presentada por el diputado evangélico Eduardo Cunha, salvó hoy una barrera, pero aún deberá ser analizada por la Comisión de Constitución y Justicia antes de llegar al pleno de la Cámara baja y ser remitido al Senado.
El proyecto ha sido rechazado por grupos feministas, que incluso lo califican de "beca-violación", mientras que Cunha plantea lo que, en su opinión, es la preocupación "legítima" que el Estado debe tener con la mujer que es objeto de una violación.
"Estamos hablando del derecho de una madre que no quiere abortar aún cuando ha sido víctima de violencia sexual, y de su derecho a tener un mínimo apoyo para su subsistencia", dijo el diputado.
El pastor Malafaia celebró la aprobación del proyecto y dijo que el casamiento homosexual es "igual" a una hipotética legalización de las drogas o el aborto y aseguró que "si la sociedad brasileña sigue por ese camino de liberar todo, será destruida".
Los manifestantes también expresaron su respaldo a un proyecto que tramita en la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara baja que propone que la red de salud pública ofrezca ayuda sicológica para aquellas personas que quieran "revertir" su homosexualidad.
La manifestación, convocada en favor de la "libertad religiosa y la vida", congregó a unas 40.000 personas de diversas creencias arropadas bajo las mismas consignas en un marco festivo, que incluyó la presentación de cantantes de música religiosa, que en Brasil proliferan y venden sus discos como rosquillas.
El acto fue convocado por organizaciones evangélicas, una de las religiones que más se han expandido en el país en los últimos años, y contó con la adhesión de miembros de otros credos que coinciden en su rechazo al aborto, prohibido en Brasil con algunas salvedades, y el casamiento homosexual.
El pastor Silas Malafaia, uno de los organizadores, dijo que uno de los objetivos de la protesta era la decisión del pasado 14 de mayo del Consejo Nacional de Justicia de legalizar el casamiento homosexual, pese a que el Congreso no ha legislado sobre el asunto.
Hasta esa fecha, en Brasil sólo se contemplaba la figura de la "unión estable" entre homosexuales, en la que sus miembros son considerados "solteros" y tienen limitaciones en cuanto a herencias y otras garantías reservadas a los matrimonios heterosexuales.
Los manifestantes recorrieron la céntrica Explanada de los Ministerios, una amplia avenida de la capital en la que se ubican todos los edificios del poder público, y se concentraron finalmente frente al Congreso nacional, donde la multitud tuvo un momento de euforia.
Fue cuando se anunció que una comisión parlamentaria aprobó hoy un proyecto de ley que plantea normas para inducir a una mujer que fue víctima de una violación a tener a su hijo y no recurrir al aborto, que la ley brasileña sólo contempla en casos de violencia sexual o cuando el embarazo pone en riesgo la vida de la madre.
El proyecto propone que una mujer que quede embarazada por una violación reciba ayuda psicológica, una pensión equivalente a un salario mínimo por mes y otros beneficios, como ayuda oficial para identificar al padre y obligarlo a que responda económicamente por su hijo.
Como única condición para esas ayudas, el proyecto establece que la mujer debe renunciar a la posibilidad del aborto y dar a luz a su hijo.
Esa iniciativa, presentada por el diputado evangélico Eduardo Cunha, salvó hoy una barrera, pero aún deberá ser analizada por la Comisión de Constitución y Justicia antes de llegar al pleno de la Cámara baja y ser remitido al Senado.
El proyecto ha sido rechazado por grupos feministas, que incluso lo califican de "beca-violación", mientras que Cunha plantea lo que, en su opinión, es la preocupación "legítima" que el Estado debe tener con la mujer que es objeto de una violación.
"Estamos hablando del derecho de una madre que no quiere abortar aún cuando ha sido víctima de violencia sexual, y de su derecho a tener un mínimo apoyo para su subsistencia", dijo el diputado.
El pastor Malafaia celebró la aprobación del proyecto y dijo que el casamiento homosexual es "igual" a una hipotética legalización de las drogas o el aborto y aseguró que "si la sociedad brasileña sigue por ese camino de liberar todo, será destruida".
Los manifestantes también expresaron su respaldo a un proyecto que tramita en la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara baja que propone que la red de salud pública ofrezca ayuda sicológica para aquellas personas que quieran "revertir" su homosexualidad.
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