Jueves, 18 de abril de 2024

Religión en Libertad

3 millones de peregrinos

Militares chavistas interrumpen la misa de la Divina Pastora porque el obispo no reza por Chávez

Militares chavistas interrumpen la misa de la Divina Pastora porque el obispo no reza por Chávez

Zenit / ReL

En Barquisimeto, el occidente de Venezuela a 270 kilómetros al oeste de Caracas, se lleva a cabo cada año desde hace 157, la más multitudinaria demostración de fe del país: la fiesta de la Divina Pastora. que ocurre cada año en este país.

En medio del principal oficio religioso, monseñor Antonio López Castillo, arzobispo de Barquisimeto, que presidía la eucaristía, fue interrumpido por las autoridades militares por no pedir por la salud del presidente Chávez
 
Esta fiesta religiosa se considera la tercera concentración mariana más grande del mundo, sólo superada por las de la Virgen de Guadalupe, en México, y la Virgen de Fátima, en Portugal, primera y segunda respectivamente.
 
Este año se estima que la cantidad de asistentes rondó la cifra de tres millones de personas; las cuales recorrieron en procesión los siete kilómetros y medio, que separan el templo de Santa Rosa de la catedral de Barquisimeto.
 
Llamado contra la violencia
Antes de iniciarse la procesión, monseñor Antonio López Castillo, arzobispo de Barquisimeto, presidió la eucaristía en compañía del arzobispo de Calabozo, monseñor Manuel Díaz, así como de monseñor Trino Valera, de la arquidiócesis de Guanare.
 
Monseñor López en su homilía hizo un llamado contra la violencia y dijo a los feligreses: “Ante la imagen venerable de la Divina Pastora les manifiesto que me preocupa tanta violencia, tanto crimen. Matar no es querido por Dios. El homicidio es pecado, el suicidio es pecado, hermanas y hermanos, la vida es sagrada, respetemos las vida; la violencia nos destruye, procuremos vivir en fraternidad”.

Los generales suben a la tarima
Durante el oficio religioso se vivieron momentos de elevada tensión cuando momentos antes del ofertorio el general Freddy Hernández Parababí, jefe de la 14 Brigada de Infantería, y del jefe del Comando Regional 4 de la Guardia Nacional, general Octavio Chacón, subieron a la tarima donde se efectuaba la misa, para “halarle las orejas a los curas” (según palabras del propio Parababí), por no haber saludado a las autoridades nacionales, y por no haber pedido por la recuperación del presidente Chávez.
 
Superado el irrespeto al protocolo eclesial, los oficios religiosos se desarrollaron con normalidad para luego hacer el mencionado recorrido.
 
El recorrido de la venerada imagen, bajo una férrea escolta militar, la cual fue severamente criticada por los asistentes ya que impidieron en todo momento que los devotos se acercaran a menos de dos metros de la imagen, tomó siete horas bajo un sol implacable que mantuvo la temperatura por encima de los 30 grados centígrados.
 
A lo largo de la ruta se escucharon numerosos testimonios de hechos milagrosos atribuidos a “La Divina Pastora”, como la proclaman sus seguidores, quienes acudieron a pagar diversas promesas por los favores concedidos.
 
Cumpliendo con la más rancia tradición de atención al peregrino, una incontable cantidad de instituciones y personas repartieron gratuitamente agua, naranjas y mandarinas para calmar la sed de los viandantes. También hubo quienes entregaron comestibles a los asistentes.
 
Procesiones desde el siglo XVIII
La devoción a la Divina Pastora procede de Sevilla, España, donde el capuchino Isidoro de Sevilla, la recibió como revelación en sus sueños. Asegura que dicha imagen él la describió de manera detallada a Alonso Miguel de Tovar, quien realizó un cuadro con la imagen de la Virgen con sombrero pastoril, cubierta por un manto azul, sosteniendo en su mano izquierda al Niño y apoyando la derecha sobre un cordero, y fue bautizada como “Divina Pastora de las Almas”.
 
Pasado un tiempo, el escultor Francisco Ruiz Gijón, la esculpió en tamaño natural, y se sabe que en 1705, fue llevada en su primera procesión en España.
 
En Venezuela, el comienzo de la veneración a la Divina Pastora se puede rastrear en el siglo XVIII, año 1736 para ser preciso, cuando el párroco de Santa Rosa, en aquel entonces una población independiente de Barquisimeto, fundada en 1673 por una familia de indios cayones, encargó al propio Francisco Ruiz Gijón que le hiciera una estatua de la Inmaculada Concepción.

Señal celeste
Las crónicas narran que pasado cierto tiempo llegó a dicha población una imagen de la Divina Pastora. Al apenas descubrir el error, el clérigo comenzó las labores para su devolución y luego de embalar de nuevo la figura aseguran que la misma se hizo tan pesada que no hubo maneras de levantar el cajón donde habían colocado la imagen. De ese modo nació una devoción entre los parroquianos quienes interpretaron esto como una señal celeste para que la Divina Pastora se quedare entre ellos.
 
Años más tarde, en 1812, un feroz terremoto asoló a Venezuela y el templo donde se reverenciaba a la representación mariana fue destruido, pero quedando intacta su imagen; ello reforzó entre la feligresía de Santa Rosa que la Virgen quería quedarse siempre entre ellos para protegerlos.
 
A mediados del siglo XIX se terminó de consolidar la devoción hacia ella y comenzó a configurarse el masivo fenómeno de fe que este pasado 14 de enero se manifestó nuevamente por las calles de esta población, hoy en día ya integrada urbanamente a la ciudad de Barquisimeto.

Protectora del pueblo
En 1855 se desató en Venezuela una epidemia de cólera que diezmó el país. Se asegura que en la zona de Barquisimeto la peste se cebó de manera cruenta. Fue así como un grupo de vecinos, desesperados ante la ferocidad de la enfermedad decidieron sacar en procesión por las calles de Barquisimeto la imagen de la Divina Pastora solicitando su misericordia. Se asegura que el sacerdote Macario Yepez, quien era párroco de la Iglesia la Concepción, y aquejado por el cólera imploró a la Virgen ser la víctima final en la zona. 
 
Asegura la tradición oral que en efecto el deseo del hombre de Iglesia se cumplió, ya que ese día falleció y a partir de ese mismo día, cesó la epidemia.
 
En conmemoración de esos hechos cada año un mar de creyentes, que crece cada vez más, acude de todas partes de Venezuela y del extranjero, desborda las calles de Santa Rosa.
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