Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Ya sea en la selva o peligrosas ciudades la Iglesia llega para anunciar el Evangelio

Llegar a los lugares a los que nadie va: la sobrehumana labor de los sacerdotes en toda Venezuela

Llegar a los lugares a los que nadie va: la sobrehumana labor de los sacerdotes en toda Venezuela
Los sacerdotes y religiosos en Venezuela deben llegar a lugares casi inaccesibles para anunciar el Evangelio

Josué Villalón / ACN

El desabastecimiento general que sufre Venezuela llega incluso a una enorme falta de acceso a combustibles como la gasolina, a pesar de ser un país de los mayores productores de petróleo del mundo. En algunos estados venezolanos hay colas de varios días para repostar en las gasolineras. A esto se suma también la falta de neumáticos o cualquier tipo de recambios, que hace totalmente inutilizable los vehículos si no se consiguen los medios para arreglarlos.

Actualmente, por increíble que parezca, esta consecuencia está poniendo también en peligro la misión pastoral y asistencial de la Iglesia de Venezuela. A esto se suma la deficiencia en las infraestructuras, cualquier recorrido, ya sea por tierra, a través de las conexiones fluviales en la zona amazónica o incluso el transporte público, suponen un enorme reto que afrontar para que el Evangelio siga llegando a las comunidades más alejadas.

José Alberto Rodríguez es un sacerdote que atiende la Parroquia de la Santísima Trinidad, en la Diócesis de Acarigua-Araure, en el centro de Venezuela. Hasta hace poco esta era una enorme zona ganadera y agrícola, situada en el Llano venezolano, donde se producían la mayor parte de los alimentos básicos para todo el país. El campo sigue disponiendo de un enorme potencial natural, pero las familias de agricultores se ven limitadas en su labor por la falta de recursos. El freno económico ha puesto en peligro los puestos de trabajo y las cosechas. El padre Rodríguez conoce bien esta realidad y lamenta la injusticia de que una zona tan rica en recursos agrícolas se vea diezmada.  

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Un sacerdote, para una amplia zona desabastecida

“Caracas todavía se mantiene en cierta seguridad y cuidado porque es la sede del gobierno. Pero en nuestra diócesis la situación del agua, la electricidad, los alimentos o el transporte es aún peor. Las comunicaciones son casi imposibles”. Además de ayudar en el templo parroquial de la ciudad, este sacerdote entusiasta y comprometido atiende a numerosas poblaciones de los alrededores. “Se trata de diez ‘caseríos’, pequeños pueblos rurales en mitad del campo. Algunos se encuentran a una hora de viaje en coche”, explica.

“Sin el ‘carro’ no podría hacer nada. Especialmente es una ayuda para ir a atender a los enfermos, impartir los sacramentos o llevar a cabo la catequesis entre los niños de estos caseríos. Además, en los últimos años estoy coordinando la ayuda a un comedor en esta zona, donde se da de comer a unos 50 niños, ellos son como de mi familia.”

"Sobrevivimos por la providencia divina" 

Para llegar a estas pequeñas comunidades tiene que pasar incluso por caminos muy difíciles. “He viajado siempre con un Fiat 1, que tenía más de 25 años, y con el que he hecho 550.000 kilómetros – más de 13 veces la vuelta al mundo –”. Después de muchos años, el coche se ha roto y el padre Rodríguez solicitó ayuda a su obispo Mons. Juan Carlos Bravo, quien también reconoce la enorme necesidad que atraviesan: “Solo sobrevivimos por la providencia Divina. La experiencia de fe del pueblo es la que le confirma que Dios le acompaña. De ahí surgen nuestras fuerzas para seguir trabajando y buscando cómo sobrevivir”.

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Ayuda a la Iglesia Necesitada ha respondido a la petición de socorro de Mons. Bravo y ha provisto de un nuevo coche al padre Rodríguez para poder continuar con su misión y que el Evangelio siga siendo fuente de esperanza, especialmente allí donde otros no llegan.

Actualmente el sueldo medio, que ya es todo un logro en muchos casos tener un trabajo en Venezuela, es de apenas unos 5 dólares, con lo que actualmente tan solo  se puede comprar un kilo de harina, un kilo de arroz y unos huevos. Sacar adelante a toda una familia, solo pensando en la comida, supone un coste de unos 300 dólares, algo imposible de conseguir. “La gente depende casi totalmente de la ayuda que les llega de familiares que viven fuera o que han conseguido salir del país y encontrar un futuro”, afirma Mons. Bravo, “por tanto, imaginad el enorme apoyo que es contar con Ayuda a la Iglesia Necesitada, entre otros. Gracias a ellos conseguimos sostenernos, pero es más, también sostenemos a otros con los comedores sociales, y seguimos anunciando el Amor de Dios”.

Evangelizar por tierra y agua

Casi en el extremo oriental del país, en el inmenso delta que se crea en la desembocadura del río Orinoco, se encuentra el Vicariato Apostólico de Tucupita. Desde allí ha llegado la solicitud de ayuda del obispo Ernesto José Romero. Las parroquias aquí se miden por kilómetros cuadrados y abarcan pequeñas comunidades repartidas en las riveras de los muchos brazos en los que se desparrama el río antes de llegar a la costa del mar Caribe. “Agradecemos de corazón el apoyo de ACN, todos los días os tenemos presentes en nuestras oraciones”, asegura el prelado.

Cuando se trata de socorrer proyectos de ayuda a transporte para la misión, se habla también, como es este último caso, de ayuda para embarcaciones con las que acceder a estas comunidades de Tucupita. En este caso, el vicariato ha solicitado tres motores fuera borda con los que impulsar pequeñas lanchas en las que viajan los sacerdotes, catequistas laicos y otros misioneros. Al igual que pasa con el coche del padre Rodíguez, este atípico medio de transporte también sirve para cargar medicinas, alimentos y otros bienes de primera necesidad para los que menos tienen.

Otras comunidades religiosas y diócesis como las de Barquisimeto o Carúpano también están colaborando con Ayuda a la Iglesia Necesitada para el mantenimiento de varios coches. El objetivo es conseguir recambios, renovar el aceite del motor o reponer los ‘cauchos’ – como llaman en Venezuela a los neumáticos-. Con el aumento de los precios y la hiperinflación de la moneda, es totalmente inviable poner a punto un vehículo averiado. Una rueda nueva supone unos 100 dólares, que sería el sueldo medio de casi dos años de trabajo. El cambio de aceite supone unos 150 dólares, un precio desorbitante. Gracias a la campaña “Yo contigo, Venezuela” de ACN España, se están tratando de paliar entre otras estas necesidades que son imprescindibles para que la Iglesia venezolana no desista en su misión.

Para ayudar a la misión de estos sacerdotes y religiosas en Venezuela en este contexto de pobreza, inestabilidad política y desabastecimiento puede hacerlo AQUÍ a través de la campaña Yo contigo, Venezuela de Ayuda a la Iglesia Necesitada

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