Viernes, 29 de marzo de 2024

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Adviento significa Esperanza, pero no la sientes en ti.

Adviento significa Esperanza, pero no la sientes en ti.

por La divina proporción

 Existen maneras muy distintas de esperar. Si el tiempo no está lleno de un presente cargado de sentido, la espera puede resultar insoportable; si se espera algo, pero en este momento no hay nada, es decir, si el presente está vacío, cada instante que pasa parece exageradamente largo, y la espera se transforma en un peso demasiado grande, porque el futuro es del todo incierto. En cambio, cuando el tiempo está cargado de sentido, y en cada instante percibimos algo específico y positivo, entonces la alegría de la espera hace más valioso el presente. Queridos hermanos y hermanas, vivamos intensamente el presente, donde ya nos alcanzan los dones del Señor, vivámoslo proyectados hacia el futuro, un futuro lleno de esperanza. De este modo, el Adviento cristiano es una ocasión para despertar de nuevo en nosotros el sentido verdadero de la espera, volviendo al corazón de nuestra fe, que es el misterio de Cristo, el Mesías esperado durante muchos siglos y que nació en la pobreza de Belén. (Benedicto XVI Mensaje de Adviento 2008) 

Realicemos una serie de preguntas que nos llevarám a los lugares comunes más transitados en estas fechas: ¿Qué esperamos en Adviento? La respuesta más sencilla es "esperamos la Navidad", pero ¿Qué es la Navidad? El nacimiento del Señor. Pero, si ya ha nacido hace 2000 años ¿Qué hacemos todavía esperándole? Nos sucede como a los Apóstoles al verle ascender. Unos Ángeles les increparon por quedarse mirando el cielo sin hacer nada. La Navidad es una realidad cultural tan asentada que no es normal que nos paremos a pensar qué hay detrás de las comidas, cenas, regalos, belenes, viajes, villancicos, etc. Algunos diremos, pero ¿Hay algo más?

¿Qué significa el nacimiento del Señor para nosotros? Evidentemente es algo bueno que ha cambiado el mundo y que ha dado lugar que ahora seamos cristianos. Vale, no es mala respuesta, pero ¿No significa nada más que eso? Podemos plantearnos la misma pregunta desde otro punto de vista ¿Cómo esperamos el nacimiento del Señor? 

Si hemos leído el texto del Papa, sabrenos que hay varias formas de esperar: 

a)    Esperar algo que no va a suceder. Es una espera sin sentido alguno, ya que sabemos no veremos nada especial en esta Navidad. Nada cambia ni cambiará porque celebremos la Navidad.

b)    Esperar algo que pasó hace 2000 años, que estuvo bien, pero fue algo que pasó sin más. Es algo que no me afecta en absoluto y que por lo tanto no tiene sentido. 

Ambas formas de esperar no nos llevan a la Esperanza, ya que la Esperanza es una espera basada en un sentido. 

Existe otra forma de espera, que sí tiene sentido. Si sabemos que el nacimiento del Señor es algo actual y que nos afecta, no podremos quedarnos quietos sin más. Algo tendremos que hacer. ¿Qué? Ir hacia Él, igual que los pastorcillos y los Sabios de Oriente. La Esperanza reposa en que nos hagamos presentes en el Portal y vivamos el nacimiento como aquellas personas. El que ha nacido es Quien viene a salvar el mundo y por lo tanto ha venido a salvarme a mi. ¿La Esperanza? La misma que condujo a los pastores y a los Sabios. Una Esperanza que parte de quien sabe y participa activamente en la Navidad, que viene tras el Adviento. 

De este modo, el Adviento cristiano es una ocasión para despertar de nuevo en nosotros el sentido verdadero de la espera, volviendo al corazón de nuestra fe 

Pero ¿qué pasa si no sentimos nada especial? Puede ser que incluso sintamos cierto rechazo a estas fiestas. Nos pasa como a una radio que no tiene la sintonía en su sitio y de la que sólo salen ruidos extraños. Vemos que otras radios (personas) emiten música, noticias, discursos, pero nosotros sólo emitimos ruido. ¿Cómo actuar sobre el dial y sintonizarnos?

 

La respuesta es tan sencilla como complicada de llevar a cabo: oración, sacramentos y algún que otro momento de reflexión y formación. ¿Por qué es complicado? Porque no se trata de realizar una serie de acciones superficiales y aparentes, sino de hacerlo desde el centro de nuestro ser. Dirán ustedes ¿Y cómo llego hasta tan dentro? Tengo el camino hacia mi interior taponado por tal cantidad de cosas, que no acierto a hacer nada. Ando distraído todo el día con obligaciones y necesidades que no me llenan ni me interesan. 

Un buen diagnóstico tiene dentro la propia medicina: alejarnos de lo cotidiano y luchar por romper el círculo vicioso en que se convierte nuestra propia vida. Hasta puede pasar que hayamos metido la oración y los sacramentos dentro de la propia rueda de hamster de nuestra cotidianidad. Así difícilmente podremos sintonizarnos con el Adviento y la Navidad. Tal vez tengamos que poner algo de nuestra parte para romper lo cotidiano. ¿Qué mejor momento que el Adviento y la Navidad?

No es fácil, pero vale la pena intentarlo. ¡Ánimo!
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