Viernes, 01 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Los Paloni, familia con 12 hijos misionera en Holanda, ofrece su testimonio

«Los jóvenes se sienten atraídos por la familia cristiana en la que pueden ver una fe viva»

Massimo y Patrizia tienen 12 hijos, seis chicos y seis chicas
Massimo y Patrizia tienen 12 hijos, seis chicos y seis chicas

ReL

El mundo necesita a la familia, y especialmente a los jóvenes les urge este referente. Esta es la opinión de los Paloni, un matrimonio misionero con 12 hijos que lleva casi 20 años anunciando el Evangelio en Holanda, corazón de la secularización en Europa.

Massimo y Patrizia Paloni han participado recientemente en el Vaticano en el X Encuentro Mundial de las Familias donde desde su propia experiencia hablar sobre cómo “transmitir la fe a los jóvenes de hoy”.

Estos catequistas itinerantes del Camino Neocatecumenal propusieron, tal y como recoge Vatican News, “redescubrir, a través de la iniciación cristiana, la radicalidad del Evangelio como fue el caso de los primeros cristianos en medio un mundo pagano”.

Este matrimonio tiene seis hijos y seis hijas. A todos ellos les enseñan diariamente a relacionarse con la Palabra de Dios para que ilumine sus vidas. Pero no por ello dejan de ser niños y adolescentes con sus crisis y problemas típicos de estas edades.

La transmisión de la fe a los jóvenes es –aseguran- “una tarea de crucial importancia que espera a la Iglesia y a todos los bautizados hoy”, sobre todo ante la pérdida del sentido de Dios y lo que hoy se ofrece a esta nuevas generaciones": pornografía, drogas, ideología de género.

Además, son muchos los niños que debido a la ruptura del matrimonio de sus padres viven en el día a día sin uno de estos referentes. “Sin apoyo y ayuda muchos jóvenes se encuentran sin ningún punto fijo y se pierden”, añaden.

Sin embargo, tienen la certeza de cómo la fuerza de atracción de la fe funciona.  Son jóvenes que se juntan con familias de fe probada y que acompañan a este grupo. “Los jóvenes se sienten atraídos por la familia cristiana en la que ven una fe viva. En estos grupos, los jóvenes comienzan a leer la Palabra de Dios, a reflexionar sobre los mandamientos como forma de vida, a redescubrir el Sacramento de la Reconciliación y a entrar en contacto con la vida cristiana de una familia concreta”, cuenta este matrimonio.

Sin embargo, Massimo y Patrizia advierten que “nadie puede dar lo que antes no recibió… En la pastoral de los jóvenes es fundamental el testimonio de las familias que, habiendo recibido primero el amor gratuito de Cristo y de la Iglesia, acogen en este amor a los jóvenes alejados presentándoselo como vivo y actual”.

El poder de atracción del cristianismo consiste enteramente en el poder del testimonio”, añade el matrimonio.

En su intervención también hablaron de una catequesis que ellos recibieron en su momento y que ahora transmiten. “Se nos ha dicho que en el centro de la familia hay tres altares. El primero es la mesa de la Sagrada Eucaristía, sobre la cual Jesucristo ofrece el sacrificio de su vida y su resurrección por nuestra salvación. El segundo es el lecho nupcial, donde se cumple el sacramento del Matrimonio en el ofrecimiento mutuo y se da el milagro del amor y de la vida nueva. El tercero es la mesa, donde la familia se reúne a comer, bendiciendo al Señor por sus dones. Así, cada comida se convierte en un encuentro en el que se discuten los temas y problemas encontrados en la vida o en la escuela y donde todos participan y se vive la comunión”, comentan.

Este matrimonio ya participó en el Sínodo de la Familia de 2015 con su último hijo recién nacido

Este matrimonio ya participó en el Sínodo de la Familia de 2015 con su último hijo recién nacido.

Massimo y Patrizia, esposos muy jóvenes, 24 años, 20 ella, no han estado exentos de problemas. Eligieron formar una familia cristiana con la mejor de las intenciones, pero en los primeros años de matrimonio, al descubrir sus diferencias y sus defectos, se arriesgaron a encerrarse por completo en sí mismos.

Entonces, gracias a la comunidad neocatecumenal en la que estaban insertos, comenzaron a hablarse con sinceridad, a mirarse en su interior y reconocer sus errores y lo que se interponía en su camino conyugal, y fue para ellos "un nuevo comienzo, como unas bodas de Caná".

“Después de haberse quedado sin el 'vino' del enamoramiento y amarnos a base de nuestro esfuerzo, Jesucristo nos ha dado gratuitamente el nuevo y embriagador vino del perdón. Hemos descubierto que la apertura a la vida no es una ley onerosa, sino la liberación del egoísmo, sin el cual el matrimonio se tambalea. Con gran sorpresa, Dios nos ha hecho desear a cada hijo que nos ha dado”, concluyen.

No es la primera vez que este matrimonio habla públicamente en el Vaticano. Ya en 2015 intervino en la Asamblea del Sínodo de la Familia, al que acudieron con su último hijo recién nacido.

En aquel momento, Patrizia dijo al resto de los participantes: “Desde el tiempo del noviazgo, el conocimiento del Magisterio de la Iglesia fue para mí una promesa que me llenó de alegría, porque podía adherirme a la voluntad de Dios eligiendo libremente para la vida. Junto a muchísimas familias quiero expresar mi profunda gratitud al beato Pablo VI por la encíclica Humanae Vitae, con la que la Iglesia como madre y maestra me ha anunciado la verdad de la vida. A pesar de los combates de cada día puedo testimoniar que esta promesa se ha realizado en el matrimonio: una verdadera gracia. No ha sido un peso vivir la fidelidad conyugal y la apertura a la vida, acogiendo todos los hijos que Dios nos quería dar, y he experimentado que la paternidad responsable no es decidir el número de hijos, sino más bien ser consciente de la grandeza de la vocación de colaborar con Dios en la creación de hijos para la eternidad, hijos que den gloria a Dios. Hoy me siento feliz y realizada como mujer, esposa y madre”.

Y añadía: “Cada día, en torno a nosotros, vemos mucho sufrimiento, separaciones, abortos, personas solas sin esperanza. El mundo está esperando el testimonio de la familia cristiana y estamos convencidos de que la salvación de la humanidad pasa por la familia cristiana. Si las familias fuesen ayudadas a reconocer la verdad de la Humanae Vitae responderíamos a la crisis de la familia, porque como hemos experimentado: ¡la comunidad cristiana salva a la familia y la familia salva a la Iglesia!”.

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